27 y 29 junio

Reflexión martes 29 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN
Celebramos hoy la solemnidad de San Pedro y San Pablo anticipada en nuestra Diócesis al Domingo. Como ya hablamos de la importancia del ministerio petrino en la Iglesia, hoy nos vamos a centrar en el Evangelio.

El Señor te dirige hoy, como a los discípulos, dos preguntas importantes, especialmente la segunda: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», ¿Y vosotros quién decís que soy yo?.

¿Quién es Jesús para ti? En la respuesta que des a esta pregunta, te va la vida.

¿Qué relación tienes con Jesucristo? Porque ante el Señor, puedes ser:

. un mero curioso, un espectador entusiastas de las obras que hace Jesús, pero sin responder a la llamada a seguirle;

. un simpatizante que escuchas con gusto, pero sin atreverte a dar el paso del seguimiento;

. un erudito, que lo sabes todo sobre Jesús, pero no le cabas de abrir el corazón para tener un encuentro con un Jesucristo Resucitado;

Un interesado, que le buscas para que te arregle problemas, pero no quieres nada más… Y así, tantas veces te quedas con las migajas y te pierdes lo más sabroso que el Señor quiere darte.

Pero sólo hay una respuesta que, de verdad, merece la pena y cambia tu vida para bien. Es la respuesta que da Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.

Y que puedas decirle al Señor que eres mucho más que un simpatizante: soy discípulo; es decir, un aprendiz que estoy a tus pies, escuchando cada día tu voz y siguiéndote a donde quiera que vayas.

Jesucristo es el tesoro por el que vale la pena venderlo todo. Él es el Salvador, el Mesías, el único que puede llenar del todo tu corazón sediento de felicidad y de vida.

Pero eso sólo lo puede decir aquél que tiene el Espíritu Santo en el corazón. Por eso, ¡pide cada día el don del Espíritu Santo! Pídele que te enamore de Jesucristo.

Además, Jesús nos muestra el cómo del discipulado: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

Ser cristiano es seguir a Jesús. Sí, seguir a Jesús. No seguirte a ti mismo, ni seguir el estilo de vida del mundo.

Para ello, has de empezar por negarte a ti mismo, descubriendo que la fuente de tu actuar no está en tus gustos y apetencias, sino en la voluntad de Dios.

Por ello has de discernir cada día si lo que pide tu corazón es lo que Dios quiere. ¡Dios te ama! ¡Nadie te ama como Él!

pastoral

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