Reflexión miércoles 11 de septiembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,20-26):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor
Reflexión
La versión de Lucas del discurso de las bienaventuranzas parece un poco más realista. No se limita a presentar las razones por las que el Señor alaba a pobres, hambrientos, tristes y perseguidos. La segunda parte de sus palabras suponen una advertencia para los ricos, saciados, superficiales y famosos. Es una manera de decirnos que en la vida no solo hemos de optar por el camino del bien, sino que también en muchas ocasiones hemos de saber renunciar al mal. Evidentemente el bien lo encontramos en el seguimiento de Jesús. Él se ha hecho pobre, ha asumido nuestro dolor y nuestras necesidades, y ha sido perseguido por vivir el evangelio que anuncia. Ese es nuestro camino. El mal es todo aquello que nos aleja de Jesús y de su proyecto de vida.