13 de mayo

Reflexión miércoles 13 de mayo

PRIMERA LECTURA
Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-6

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a ense-ñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y al-gunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apósto-les y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, con-tando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Igle-sia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había he-cho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL
Sal 121, lbc-2. 3-4b. 4c-5 (If: cf. lbc)

Vamos alegres a la casa del Señor.
.¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Vamos alegres a la casa del Señor.

ALELUYA
Jn 15, 4a. Sb

Aleluya, aleluya, aleluya.
Permaneced en mí, y yo en vosotros -dice el Señor-;
el que permanece en mí da fruto abundante.

EVANGELIO
El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan Jn 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sar-miento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo po-da, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; per-maneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

El que es de Cristo es una criatura nueva y va dando frutos de san-tidad. Pero para poder dar esos frutos, la clave está en permanecer unidos a Cristo, porque sin mí no podéis hacer nada, porque Él no es simplemente “un sabio” sino que es el Señor, el Salvador.

La Palabra nos ha dado algunas pistas de lo que significa ese permanecer.

  El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante. Estamos llamados a vivir una relación personal, una relación de amor: vivir en comunión con el Señor, tener sus mismos sentimientos y actitudes. Preguntarle cada día: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cómo quieres que viva hoy? Ser cristiano no es un moralismo, un cumpli-miento de normas, sino un seguimiento del Señor, un dejarte llevar por donde Él quiera llevarte.

El sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid. Recuerda que tú no eres dios; tú no te das la vida a ti mismo. Ne-cesitas estar unido al que es, a Jesucristo.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. El discípulo vive de escuchar al Maestro, de dejarse podar por la Palabra, que tiene vida eterna. De dejar que esta Palabra te vaya re-creando, dándote la mente de Cristo. Dejarse podar también por la Cruz, por tu cruz.

Y también permanecer en el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. No has sido creado para la soledad, sino para la relación, la comu-nión y la donación. Darás fruto si vives en comunión con la Iglesia, con los hermanos que el Señor te ha dado. Darás fruto viviendo la fe en la Iglesia, recibiendo de ella los sacramentos, especialmente la Eucaristía y alabando al Señor con los hermanos y sirviéndoles con generosidad.

Esa es la clave para poder vivir este tiempo de dificultad como un tiempo de gracia: permanecer en el Señor.

Y todo ello animado por el Espíritu Santo. No en tus fuerzas, sino en la fuerza del Espíritu. Dejándote llenar por sus dones, aco-giendo los carismas y buscando en todo la gloria de Dios y no la tuya. Buscando en todo hacer la voluntad de Dios y no la tuya.

Jesucristo es la piedra angular sobre la que el Espíritu Santo quiere construir el edificio de tu vida.

  ¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

Canción
Athenas – El cielo para Ti

Acción Familiar

La familia es un regalo. Es algo que no se puede forzar, ni algo que mu-chos encuentran. La familia cristiana es seno del amor de Dios entre los hombres. Un lugar donde se aprende a aceptar al otro con sus limi-taciones y a amarlo más allá de estas.

Gesto
1.    Encender una vela.
2.    Comienzo: En el nombre del Padre….. (Señal de la Cruz)

3.    Gesto en Familia:

Guardar un momento de silencio y recordar los últimos años o días. ¿Cuándo has sentido de forma especial que tu familia estaba ahí, apo-yándote? Compartir estos pensamientos con los demás. Terminar con abrazo y la oración final.

4.    Oración final:

DIOS nuestro Señor,
gracias por permitirnos ser niños de tu Espíritu.
Te damos gracias porque por medio de tu llamada,
nosotros recibimos regalos eternos que nos dan la fuerza para mante-nernos firmes aun cuando nos agobian muchas cargas y tristezas.
Porque tú eres nuestra vida, y en medio de toda oscuridad, también en la muerte, tú nos das luz, fuerza y esperanza alegre.
Que se mantengan vivas en nosotros.
Que una luz aún más brillante ilumine todo lo que tú le has dado a nuestro corazón, y todo lo que nos dirige a ti diariamente.
Amén

pastoral

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