16 sept

Reflexión miércoles 16 de septiembre

PRIMERA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios,  12, 31—13, 13

Hermanos:

Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.

Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.

Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.

Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.

El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.

Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.

Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.

En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Sal 32, 2-3. 4-5. 12 y 22 (R∫.: cf. 12)

R∫. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

V∫. Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R∫.

V∫. La palabra del Señor es sincera
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R∫.

V∫. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R∫.

ALELUYA   Cf. Jn 6, 63c. 68c R∫.

   Aleluya, aleluya, aleluya.

V∫.   Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna. R∫.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas,  7, 31-35.

En aquel tiempo, dijo el Señor:

«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?

Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:

“Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

La Palabra nos sigue mostrando signos de la vida en el Espíritu.

El Evangelio nos habla del rechazo que han tenido tanto Juan el Bautista como Jesús. Confesar que Jesús es el Señor, poner la vida bajo su señorío es uno de los signos más claros: nadie que hable por el Espíritu de Dios dice: «¡Anatema sea Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!», sino por el Espíritu Santo (cf. 1 Co 12, 3).

Otro signo claro de la vida en el Espíritu es el amor fraterno. Nos lo ha dicho San Pablo: la más grande es el amor… Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles… Si tuviera el don de profecía… pero no tengo amor, no sería nada.

Amar con un amor como el de Dios es signo de la acción del Espíritu Santo: un amor paciente, benigno, que no tiene envidia, que no presume ni se engríe; que no es indecoroso ni egoísta; que no se irrita, que no lleva cuentas del mal; que no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad…

Y el que vive en el Espíritu es hijo de la sabiduría ¿De qué sabiduría habla?

El que vive en el Espíritu, ve al Señor en medio de su vida, ve cómo escribe recto con renglones torcidos, goza de su amor gratuito, fiel y misericordioso, y de su corazón brota la gratitud y la alabanza. Saborea la vida incluso en la precariedad, porque todo lo puedo en Aquel que me conforta (cf. Flp 4, 13).

El que vive en el Espíritu, vive en la esperanza, porque Dios es fiel y está con nosotros; vive en la audacia apostólica de hacer cada día no mis proyectos, sino la voluntad de Dios.

Todo ello, con una gran humildad, buscando siempre la gloria de Dios y en comunión siempre con la Iglesia, el pueblo que el Señor se escogió como heredad, dando gracias al Señor cantando un cántico nuevo.

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

CANTO

Martín Valverde: ¡Ven, Espíritu Santo!

https://www.youtube.com/watch?v=q0vUy2yP8Jo&list=RD5srbmQpA7io&index=8

Acción Familiar

En estos momentos complicados nos hemos dado cuenta de que todo puede cambiar de un momento a otro. No podemos hacer planes porque no sabemos cómo estaremos en unas semanas. Intentamos adaptarnos a nuevas formas de convivir, de trabajar, de estudiar… Todo esto nos causa angustia, pero también sabemos que Dios nos ha enviado a su Espíritu Santo. Con él, podemos superar cualquier dificultad.

Gesto

  1. Encender una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre….. (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

En un momento de silencio, encomendarle al Espíritu Santo las dificultades con las que te encuentras o los problemas a los que te tienes que enfrentar.

  1. Oración final:

Gran Dios y Salvador,

tú deseas conducirnos a nosotros hijos de humanos a tu lado,

para que nosotros en comunión contigo,

aprendamos cómo vivir una vida verdadera.

Te damos gracias por todo lo que ya hemos recibido.

Llévanos por medio de tu Espíritu en todos los ámbitos de nuestra vida.

Concede que el Espíritu que pueda iluminar nuestros corazones

nos ayude a encontrar nueva fuerza y valentía.

Sólo tú nos liberas de todas nuestras cargas,

de modo que a pesar del trabajo duro y dificultades podamos,

elevarnos siempre a ti para la gloria de tu nombre.

Amén.

pastoral

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