miercoles 17 de junio

Reflexión miércoles 17 de junio

PRIMERA LECTURA

De pronto, un carro de fuego los separó, y subió Elías al cielo

Lectura del segundo libro de los Reyes 2, 1. 6-14.

CUANDO el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en la tempestad, Elías y Eliseo partieron de Guilgal. Llegaron a Jericó, y Elías dijo a Eliseo:

«Quédate aquí, porque el Señor me envía al Jordán».

Eliseo volvió a responder:

«¡Vive Dios! ¡Por tu vida, no te dejaré!».

Y los dos continuaron el camino.

Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas iban también de camino y se pararon frente al río Jordán, a cierta distancia de Elías y Eliseo, los cuales se detuvieron a la vera del Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó con él las aguas. Se separaron estas a un lado y a otro, y pasaron ambos sobre terreno seco.

Mientras cruzaban, dijo Elías a Eliseo:

«Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de que sea arrebatado de tu lado».

Eliseo respondió:

«Por favor, que yo reciba dos partes de tu espíritu».

Respondió Elías:

«Pides algo difícil, pero si alcanzas a yerme cuando sea arrebatado de tu lado, pasarán a ti; si no, no pasarán».

Mientras ellos iban conversando por el camino, de pronto, un carro de fuego con caballos de fuego los separó a uno del otro. Subió Elías al cielo en la tempestad.

Eliseo lo veía y clamaba:

«Padre mío, padre mío! ¡Carros y caballería de Israel!».

Al dejar de verlo, agarró sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que había caído de los hombros de Elías, volvió al Jordán y se detuvo a la orilla. Tomó el manto que había caído de los hombros de Elías y golpeó con él las aguas, pero no se separaron.

Dijo entonces:

«¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?».

Golpeó otra vez las aguas, que se separaron a un lado y a otro, y pasó Eliseo sobre terreno seco.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Sal 30, 20. 21. 24

R∫.   Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos.

R∫.   Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras.

R∫.   Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios los paga con creces.

R∫.   Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

ALELUYA

Jn 14, 23 R∫.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El que me ama guardará mi palabra —dice el Señor—, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO

Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

       Hoy el Señor nos invita a evitar dos grandes tentaciones: vivir en la apariencia y robarle la gloria a Dios. Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.

       Jesús nos invita a practicar el ayuno, la oración y la limosna, las tres obras de misericordia fundamentales previstas por la ley de Moisés.

       Pero nos invita a vivirlo con un espíritu nuevo. Porque con el tiempo, los fariseos cayeron en el formalismo exterior o se convirtieron en un signo de superioridad (cf. el fariseo y el publicano, Lc 18).

        Ni brotan del deseo de ser vistos por los demás, ni buscan el aplauso o la admiración humanas, ni pretenden “comprar” la salvación o tranquilizar la conciencia.

       El discípulo da limosna, ora y ayuna en presencia del Señor y para servirle. Lo hace desde la gratuidad y sin esperar nada a cambio; ni siquiera el reconocimiento.

       El ayuno, la oración y la limosna brotan de un corazón enamorado y agradecido; de un corazón lleno de alegría y confianza porque está habitado por el Espíritu Santo. Dios ve en lo escondido del corazón, y esa es la verdadera recompensa.

       Nos invita a vivir estas obras no por amor propio, sino por amor a Dios, como medios para nuestra conversión.

       ¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

CANTO

Celinés Yo te amo CORPUS

https://www.youtube.com/watch?v=3I5KZqDkLhU

Acción Familiar

El cristiano vive con un pie en la tierra y con otro en el cielo. Así, todos lo afanes de este mundo quedan puestos bajo la perspectiva de la vida eterna.

Gesto

1. Encender una vela.

2. Comienzo: En el nombre del Padre….. (Señal de la Cruz)

3. Gesto en Familia:

Hay muchos nos han precedido en su peregrinaje al cielo y nos cuidan desde allí. Cada miembro de la familia puede encender una vela pensando en quién es su “mejor aliado” celestial para ayudarlo en los afanes terrenales.

4. Oración final:

SEÑOR Dios,

te damos gracias que nos has sostenido

y reconciliado con el Salvador.

Ayúdanos a recordar esta verdad

por medio de tu Espíritu Santo,

y recuérdanos constantemente vivir para el cielo

con todos tus ángeles mientras estemos aquí en la tierra.

Sin ti, estamos indefensos.

Solamente tu Espíritu puede vencer nuestra naturaleza,

para que nunca olvidemos estar en el cielo con el Salvador

ahora y en la eternidad.

Amén

pastoral

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