28 sept

Reflexión miércoles 28 de septiembre

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62.

 En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:

«Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió:

«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».

A otro le dijo:

«Sígueme».

El respondió:

«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».

Le contestó:

«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».

Otro le dijo:

«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».

Jesús le contestó:

«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

       Ser cristiano, ser discípulo, es un caminar junto a Jesucristo, siguiéndole a Él que es el Camino, la Verdad y la Vida, hacia la meta, que es el cielo, la vida eterna.

       En el Evangelio vemos que en este camino hacia Jerusalén son varios los que se encuentran con Jesús y muestran interés en seguir a Jesús, pero le van poniendo condiciones.

      Tal vez te parezca un poco dura la respuesta de Jesús. Pero es que seguir a Jesús no es cualquier cosa, seguir a Jesús no es un juego.

      Jesús no es simplemente un “personaje” de este mundo, un sabio o algo por el estilo. No. Jesús es el Señor, el único Señor: Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Por eso, con estas respuestas, Jesús nos está recordando el primer mandamiento: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas (cf. Mc 12, 30).

      Y una cosa es ser curiosos, eruditos, simpatizantes o piadosos… y otra muy distinta es ser discípulo.

      Quien renuncia a todo, incluso a sí mismo, para seguir a Jesús, entra en una nueva dimensión de la libertad, que san Pablo llama caminar según el Espíritu (cf. Ga 5, 16).

       Ser discípulo es la respuesta del enamorado que ha sido tocado por el Amor: no vive en el cálculo mezquino y tacaño del que busca su propio interés, sino en el desbordamiento de amor del que ha descubierto ya que hay más felicidad en dar que en recibir (cf. Hch 20, 35).

       ¿Cómo está tu seguimiento de Cristo? ¿Le estás poniendo alguna condición o resistencia para seguirle? ¿Tienes miedo de que cambie demasiado tu vida?

       ¡No tengas miedo! No viene a quitarte nada, sino a dártelo todo. ¡Nadie te ama como Él!

      Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

       ¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

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