mateo 11

Reflexión miércoles 29 de abril

Santa Catalina de Siena,
virgen, doctora de la Iglesia y copatrona de Europa

PRIMERA LECTURA

La sangre de Cristo nos purifica de todo pecado

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1,5-10; 2, 1-2
Este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.

Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 102

Bendice, alma mía, al Señor

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Bendice, alma mía, al Señor

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;

Bendice, alma mía, al Señor

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

Bendice, alma mía, al Señor

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

Bendice, alma mía, al Señor

Pero la misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen; su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.

EVANGELIO

Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25‑30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor

 

Reflexión

Celebramos hoy la fiesta de Santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia y patrona de Europa.

Vivió en Italia en el siglo XIV, en un tiempo muy difícil para la vida de la Iglesia. Como Dios no abandona nunca a su pueblo, en estos tiempos difíciles suscitó santos y profetas que hablando en nombre del Señor ayudaran a la conversión y a la renovación de la Iglesia.

Esto nos ha de llenar de confianza. Porque hoy el Señor sigue cuidándonos. Y sigue suscitando santos y profetas que nos hablan en su nombre. Que nos dan una palabra de consuelo y de esperanza, pero que nos llamen también a la renovación y a la conversión.

Santa Catalina nos invita a poner a Jesucristo en el centro. Él es la piedra angular, hemos escuchado en estos días de Pascua. Nos invita a tener una relación de amistad, de intimidad, de comunión, de fidelidad con Él.

Nos invita a confiar y a descansar en la misericordia de Dios. Como hemos cantado en el Salmo: Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; el rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura… Como un padre siente ternura por sus hijos, siente él ternura por los que le temen.

Nos invita a no esconder nuestros pecados sino a entregárselos a Él: Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros… Si alguno peca tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.

Dios no dejará de amarte nunca. ¡Descansa en Él!: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

Pero todo esto pasa por el camino de la humildad. La humildad es la puerta de la fe: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños.

Que esta experiencia de la dificultad nos lleve a hacernos pequeños, a poner nuestra confianza en el Señor porque sólo de Él viene la vida.

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

Canto

Martín Valverde: Un salmo para Dios

https://www.youtube.com/watch?v=unRliWxDxCg

Acción Familiar

Ya llega el mes de mayo: EL MES DE MARÍA, dedicado a ella, Nuestra Madre del cielo, que nos cuida y protege, que nos acuna y arropa y a la que podemos acudir cuando la esperanza se desvanece o la vida nos golpea.

Gesto

  1. Encender una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre….. (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

Crear con papel o cartulina una flor y escribir en el centro una petición a María. Cada miembro de la familia puede hacer una o varias a lo largo del mes de mayo, conforme lo vaya sintiendo esa necesidad. Las flores de la familia se ponen un jarrón común. Al final del mes de mayo os quedará un ramo muy bonito. Cada vez que uno de la familia pone una flor, puede repetir la oración final.

  1. Oración final:

 

BAJO tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

 

Cuando te llamé, me respondiste, y aumentaste mis fuerzas.

Salmo 138:3

 

QUERIDO Padre celestial, gracias que somos tus niños y que velas sobre nosotros, viendo todo lo que hay en nuestro corazón.

Tú percibes los anhelos de cada corazón, y tú darás resolución en el momento correcto.

Tiende a nosotros tu diestro poder; pues somos débiles y a menudo agobiados, sin saber qué hacer ni cómo encontrarte.

Pero tú estás con nosotros en cada necesidad, pese a nuestras fallas y debilidades.

Tú estás con nosotros y nos guías en medio de todo a la meta verdadera de nuestra vida, hasta que cada uno de nosotros pueda regocijarse por todo lo que has hecho, para alabanza de tu nombre, Padre nuestro.

 

Amén

pastoral

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