4 may

Reflexión miércoles 4 de mayo

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 35-40

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.

Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.

Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

       En la primera lectura contemplamos cómo *después del martirio de Esteban _se desató una violenta persecución_* _contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria_.

       Y *la Palabra nos invita a tener una _mirada de fe_ sobre los acontecimientos*, sobre la historia, también *sobre tu propia historia*: porque _sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman_ (cf. _Rom_ 8, 28).

       Y así, de un mal –la persecución–, Dios saca un bien: _Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio_. *Dios escribe recto con renglones torcidos*.

       Dice el _Catecismo_ (312): _con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas: «No fuisteis vosotros, dice José a sus hermanos, los que me enviasteis acá, sino Dios […] aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien, para hacer sobrevivir […] un pueblo numeroso» (Gn 45, 8;50, 20). Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios […], Dios, por la superabundancia de su gracia, sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien_.

       Y *nos invita también a ver las consecuencias de acoger el Evangelio*: _de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría_.

       En la medida en que acogemos la Buena Noticia del Evangelio, *en la medida en que vamos dejando a Jesucristo ser Señor de nuestra vida, nuestro corazón va siendo transformado*: los primeros signos, la alegría y el amor fraterno, la renuncia a Satanás y a todas sus seducciones y el empezar a vivir _una vida nueva_, la *vida en el Espíritu*.

       *¡Ven Espíritu Santo!*  (cf. _Lc_ 11, 13).

Acción Familiar

Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed” (Juan 6,35-40).

 Gesto

  1. Encendemos una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

En la Presencia y Amor de Dios, recuerdo paso a paso el día que termina,

comenzando por este instante y mirando hacia atrás, momento a momento.

Recojo y guardo todo lo bueno y luminoso, con mi gratitud.

Pongo atención a las sombras y lo que ellas me dicen,

y busco la sanación, la valentía y el perdón.

  1. Oración final:

Señor Jesús,

Mientras más te llamamos,

mejor podemos sentir tu Presencia.

Día a día nos acercas más

al Corazón de Dios que nos ama.

 

Te pido la ayuda necesaria,

para librarme de mis preocupaciones,

y estar atenta/o a lo que me pides en cada momento,

para llegar a amarte y servirte cada vez mejor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

 

Amén.

pastoral

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