17 julio

Reflexión sabado 17 de julio

Lectura del evangelio de san Mateo (12, 14-21)

En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: «Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre».

Palabra del Señor

Reflexión

Los fariseos buscan a Jesús para matarle. Jesús, a pesar de todo, sigue su camino: predica, cura y da esperanza al pueblo. Nosotros, si nos sentimos amenazados de muerte, ya no tenemos ganas de nada, sino buscar el modo de liberarnos. Nos preguntamos: ¿De dónde le venía a Jesús esa fuerza interior para no hundirse, para seguir trabajando como si nada le ocurriese? De la palabra de Dios, Él ha escuchado al Padre que decía:” Este es mi hijo amado en quien me complazco” (Mt. 3,17). La clave para entender a Jesús es su padre Dios. Se siente amado del Padre y le basta. Frente a la actitud de los enemigos que disfrutan haciendo el mal, Jesús disfruta “haciendo el bien”. Y no sólo hace el bien, sino que el bien “lo hace muy bien”. “No grita, no vocifera”, no quiere aplausos ni alabanzas, sino “la complacencia del Padre en el silencio”. “No quiebra la caña cascada”. Ya sabe que el hombre es eso: “Una caña cascada” (Pascal). Por eso precisamente busca, cuida, mima, nuestra fragilidad. “No apaga la mecha humeante”. Ya sabe que nosotros no podemos presumir de ser “hogueras llameantes”; pero nos respeta y nos ama “como pequeñas lamparitas de barro”. Esa brizna de verdad, de respeto, de justicia, de libertad, de amor, que aparece en nosotros, Él la cuida, la fomenta, esté donde esté y venga de donde venga.

El Papa Francisco nos dice…

“Así era la vida de Jesús: “Recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios”. Jesús que predica y Jesús que cura. Toda la jornada era así: predica al pueblo, enseña la Ley, enseña el Evangelio. Y la gente lo busca para escucharlo y también porque sana a los enfermos. “Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados… Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios”. Y nosotros estamos ahora delante de Jesús en esta celebración: “¿Dejo que Jesús me predique, o yo ya me sé todo? ¿Escucho a Jesús o prefiero escuchar cualquier otra cosa, quizá las habladurías de la gente, o historias…? Hay que escuchar la predicación de Jesús. “¿Y cómo puedo hacer esto, padre? ¿En qué canal de televisión habla Jesús?”. Te habla en el Evangelio. Y esta es una costumbre que aún no tenemos: ir a buscar la palabra de Jesús en el Evangelio. Llevar siempre un Evangelio con nosotros, pequeño, y tenerlo al alcance de la mano.» (Homilía de S.S. Francisco, 8 de febrero de 2015).

Compromiso:Tratar de no hacer daño a mis hermanos ya que son “pura fragilidad” y se pueden romper.

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