Reflexión sábado 18 de enero
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,13-17)
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he ven do a llamar a justos, sino a pecadores».
Palabra de Dios
REFLEXIÓN:
El texto que nos ofrece Marcos el día de hoy, es un hermoso pasaje en el que vemos a Jesús llamar a Leví, despertar su vocación. Leví estaba en una mesa, solo, cumpliendo una tarea que lo hacía poco amigable para sus compatriotas, y custodiado por algún soldado encargado de velar por la recaudación. El paso de Jesús por su vida, lo llevó a otra mesa, la mesa de la comunidad y la fiesta compartida, la mesa del perdón donde comienza la vida nueva. De este modo, lo deja todo y sigue al Maestro sin preguntar: “…Se levantó y lo siguió”, sin más. ¡Cuánto nos enseña la Palabra en este día! El Señor lo llama porque sabe que, en ese hombre aparentemente indigno, hay semillas del Reino, hay escondido un hijo de Dios y un apóstol que puede salir a la luz a lo largo del camino. Podemos sentirnos llamados, pero Dios nos pide más: nos llama a las fronteras, a los límites de lo que la sociedad considera aceptable. Debemos fijar nuestra atención en quien verdaderamente lo necesita, imitar a Jesús e ir en busca de los excluidos, los marginados, los olvidados. Debemos ser como Leví, rápidos en nuestra respuesta a la llamada de Dios. Y no debemos tener miedo de que nos juzguen por frecuentar lo que algunos llaman “malas compañías” porque precisamente ahí es donde más falta hace la presencia del Evangelio.
Hoy nos podemos preguntar ¿a qué me ha llamado el Señor? ¿cómo le he ido respondiendo?