
Reflexión sábado 19 de abril. SANTA VIGILIA PASCUAL
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 1-12
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.
Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos, Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.
Palabra del Señor
Reflexión
Esta noche de Vigilia Pascual, mientras el mundo duerme, nosotros velamos porque la luz ha vencido a la oscuridad. El Evangelio que acabamos de escuchar nos habla de mujeres que, en la madrugada, cargaban aromas y duelo, pero encontraron algo inesperado: una tumba vacía y una promesa cumplida. Ellas fueron las primeras en escuchar la noticia más poderosa de la historia: “No está aquí. Ha resucitado”. Y entonces, todo cambió. Lo que parecía el final, se volvió comienzo. Lo que dolía, se llenó de sentido. Porque si Cristo ha resucitado, entonces hay esperanza incluso en las noches más largas.
Esta palabra nos lanza un reto: dejar de buscar al Viviente entre las cosas que huelen a muerte —el egoísmo, la indiferencia, la mediocridad— y empezar a correr, como Pedro, hacia la Vida. Esta Pascua no es un recuerdo viejo, es una chispa nueva en el alma, una invitación a salir del sepulcro del miedo, la apatía o la tristeza, y abrazar la alegría valiente del Evangelio. Jesús está vivo, y te está llamando por tu nombre. Que la alegría de la pascua se note en nuestra vida, ¡Está vivo ha resucitado!