1 ene

Reflexión sábado 2 de enero

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,19-28):

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor

 REFLEXIÓN

En estos tiempos que corren, donde parece que lo principal es destacar, cuantos más seguidores tienes en las redes sociales mejor, nos interpela hoy el testimonio de Juan el Bautista. Su presencia no deja indiferente y despierta preguntas entre la gente: ¿tiene que ver con la llegada de un Mesías? ¿con el retorno de Elías? ¿con la llegada de “El” profeta que anunciaría el tiempo final? Juan no cae en el juego. No solo no retiene a los que le siguen, sino que les invita a ir tras la verdadera Luz.
De este modo el texto de hoy es una invitación a ser valientes, pues es muy difícil no caer en la tentación de sentirnos un poco mesías, de dejarnos alabar por lo bien que uno habla, por lo bien que hacemos todo lo que nos piden. Por eso la actitud de Juan Bautista es un impulso para que desde donde estamos, nos reconozcamos mensajeros, anunciadores de la buena nueva de Dios a nuestro mundo.

 

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