21 may

Reflexión sábado 21 de mayo

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,18-21):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN:

Para los cristianos, sufrir persecución por la fe y por propagar el Evangelio es un privilegio. Jesús dijo a sus discípulos: “Dichosos vosotros cuando la gente os insulte y os maltrate… por mí causa” (Mateo 5, 11). Pablo escribió a Timoteo: “Todos los que quieran vivir como buenos cristianos, también serán perseguidos” (2 Timoteo 3, 12). A través de toda la historia de la Iglesia, hombres y mujeres santos han sufrido diversas formas de persecución porque vivían dando testimonio del Evangelio.

Cuando Juan habla del “mundo” en este pasaje, se refería a la corriente de la sociedad en general que no cree en Dios ni conoce su amor que se nos revela en Jesús mediante su muerte y su resurrección. El “mundo” también se refiere a la manera de vivir completamente indiferente a Dios que llevan algunos. Nuestra unión con Cristo es lo que nos separa del mundo y por fe en la muerte y la resurrección de Jesús, tenemos la vida nueva en nuestro interior y estamos llamados a vivir como Cristo lo hizo, dando testimonio de la verdad de Dios.

Así como las palabras y la vida de Jesús fueron ofensivas para muchos, nuestra vida también puede ser ofensiva para algunos, si vivimos de acuerdo con la verdad. La oscuridad del mundo odia la luz de Cristo; los del mundo se encuentran tan traumados por el pecado que la luz los encandila y el amor de Dios les repugna.

Pero no debemos desanimarnos por eso. Donde hay odio, hemos de amar como Jesús amó, incondicionalmente, hasta la muerte. Jesús amó incluso a los que lo clavaron en la cruz y le pidió al Padre que los perdonara. Así que, oremos por nuestros enemigos y perseguidores, sabiendo que llevamos el amor de Dios en el corazón.

Por eso, lo mejor que podemos hacer es alabar al Padre y darle gracias por el privilegio de conocer su amor y su misericordia por medio de su Hijo Jesucristo, y pedirle la fuerza de su Espíritu Santo para vivir como Cristo lo hizo, dando testimonio de su verdad, aunque nos encontremos con la incredulidad y el rechazo de la gente del mundo.

pastoral

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