25 septiembre

Reflexión sábado 25 de septiembre

Lectura del evangelio según san Lucas (9, 43-45)

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Palabra del Señor

Reflexión

La cruz humanamente no se entiende. Sólo se puede vislumbrar desde “el amor desmedido” como le pasó a Jesús. Para una persona que ama poco, todo le parece mucho; pero para una persona que ama mucho, todo le parece poco.

A Jesús le pareció poco el haberse encarnado, el haber pasado por la vida “como uno más, como uno de tantos”; le pareció poco todo lo que tuvo que padecer en su pasión. En el paroxismo del amor, no le retuvo ni siquiera la muerte en Cruz.

El volver al Padre sin haber podido expresar el inmenso amor que nos tenía suponía para Él un sufrimiento más grande que la misma muerte en cruz. Jesús sintió por dentro una enorme satisfacción cuando pudo decir: “todo está cumplido”. Todo el amor ha llegado a plenitud.

Qué bonito debe ser morir tomando entre las manos el libro de la existencia y poder decir como Jesús ¡Misión cumplida!

 

Qué nos dice el Papa Francisco…

“El Hijo del hombre va a ser entregado a las manos de los hombres», estas palabras de Jesús congelan a los discípulos que pensaban en un camino triunfal. Palabras que se mantenían misteriosas para ellos porque no entendían el sentido y tenían miedo de interrogarlo sobre este argumento. Tenían miedo de la Cruz.

El mismo Pedro, después de esa confesión solemne en la región de Cesarea de Felipe, cuando Jesús dice esto otra vez, reprendía al Señor: ‘¡No, nunca, Señor! ¡Esto no!’ Tenía miedo de la Cruz, pero no solo los discípulos, no solo Pedro, ¡el mismo Jesús tenía miedo de la Cruz! Él no podía engañarse, Él sabía. Tanto era el miedo de Jesús que esa tarde del jueves sudó sangre; tanto era el miedo de Jesús que casi dijo lo mismo que Pedro, casi… «Padre, aparta de mí este cáliz. Pero que ¡se haga tu voluntad!» ¡Esta era la diferencia!».

La Cruz nos da miedo también en la obra de evangelización, pero está la regla que el discípulo no es más grande del Maestro. Está la regla que no hay redención sin la efusión de la sangre, no hay obra apostólica fecunda sin la Cruz”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 28 de septiembre de 2021, en Santa Marta).

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