Reflexión sábado 31 de octubre
Lectura del evangelio según san Lucas 14,1. 7-11
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: «Deja el sitio a éste», y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba.» Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando hagas una comida llama a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos, y tendrás la dicha de que no puedan pagarte, porque recibirás la recompensa en la resurrección de los justos.
Palabra del Señor
Reflexión
Jesús, a lo largo del evangelio, ha hablado de “bienaventuranzas”. Pero la del evangelio de hoy es sumamente significativa: “Dichoso tú, cuando no pueden pagarte”. Nos habla de invitar a los que no pueden invitarnos ni recompensarnos. En este evangelio se nos invita a recorrer un camino poco conocido y menos frecuentado: el camino de la gratuidad. En este mundo a todo le ponernos precio. Entramos en un comercio y, si algo nos gusta, decimos: Y esto ¿cuánto vale? Incluso las cosas que no tienen precio, no las sabemos apreciar. No apreciamos la luz del sol, la lluvia, la brisa que nos acaricia. Como Dios nos las da gratis, no las valoramos. La amistad, el cariño, la fraternidad, nos las da Dios gratis. Más aún, Él se nos dio en la persona de su Hijo. Y está dispuesto a darse siempre que nosotros queramos. ¿Cuánto hemos pagado por creer? Ahora bien, si Dios se nos da gratis, ¿Por qué no hacemos de la gratuidad la virtud por excelencia? ¿Por qué no somos felices haciendo felices a los demás? El amor interesado deja de ser verdadero amor. Aquel que ama porque le aman, sirve porque le sirven, da porque le recompensan, no ha disfrutado del auténtico amor. Hemos de aprender a ser dichosos sirviendo a las personas que no nos pueden pagar. ¿Dónde está la paga? Precisamente en poder tener ese amor tan exquisito. Una persona que es feliz dando sin pensar en recibir, es una riqueza allá donde se encuentre. Estas son las personas que hacen grande a nuestro mundo.
El Papa nos dice…
“Medita lo que Dios te dice en el Evangelio. Ir más allá de las apariencias. Señor, si cada día me dedicara a modelar mi corazón conforme al tuyo, pronto ya no habría más espacio en él para odiar a nadie. Quisiera repetir con ilusión en cada instante esta sincera advocación: «Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo». Es contra toda lógica del mundo, sí, pues es la lógica de Dios: «el que se humille a sí mismo, será engrandecido», «a quien te golpee una mejilla, has de colocarle la otra», «amad a vuestros enemigos», «aquél que diga tonto a su hermano, es reo de justicia», «tus pecados te son perdonados», «perdónalos, porque no saben lo que hacen», «hoy estarás conmigo en el paraíso»… Dame un verdadero corazón, un corazón del verdadero Dios, un corazón lleno de puro amor. «Haz mi corazón semejante al tuyo» y concédeme la gracia de imitarlo en cada instante, siendo universal, nunca excluyente, que nunca juzgue, sino que siempre acoja con misericordia, que busque al que «no quisiera» buscar, que ame al que «no quisiera» amar, y termine por querer amarle.…Hazme una persona sencilla, que sepa colocarse como la menor, con corazón sencillo, manso y humilde y sepamos mirar a los demás como los miras Tú. Así sea. «El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad.» (Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2015).