Reflexión sábado 4 de septiembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,1-5):
Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano.
Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Jesús les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.»
Y añadió: «El Hijo del hombre es señor del sábado.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN:
El evangelio de hoy nos habla del conflicto alrededor de la observancia del sábado, una de las leyes de importancia para los judíos. De este modo, una vez más aparece en el evangelio el conflicto de los fariseos con Jesús en relación al sábado. El sábado era la expresión clara de la religión judía, era día de descanso y muy pocas cosas se podían hacer en sábado, con la idea de homenajear al Señor de manera más explícita. Ante este conflicto, Jesús utiliza dos argumentos para ir más allá de las prohibiciones del sábado. Ninguna ley humana, ni supuestamente divina, ni la ley del sábado, pueden ir en contra de hacer algo que favorezca a cualquier persona humana, sea curando a enfermos, sea alimentándose de las espigas arrancadas en el campo. El sábado está para servir al hombre y no el hombre para servir al sábado. Por eso hoy vale la pena que nos demos cuenta de cuántos “sábados” construimos contra el hombre: el dinero, el poder, la ley, las tradiciones, las ideologías. El Señor hoy nos llama a ir más allá.
Cuántos conflictos por querer defender a Dios en ritos, formulaciones, formalidades. Solo nos toca discernir: ¿Es esto realmente lo que Dios quiere en este momento? ¿Con esto amamos realmente a los hombres según el querer de Dios?