20 jun

Reflexión viernes 20 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor

Reflexión

Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una «vida nueva». Abraham se adentra con corazón confiado en la esperanza que Dios le abre: la promesa de una tierra y de una «descendencia numerosa», y sale «sin saber a dónde iba», confiando sólo en Dios. Y Jesús en el Evangelio de hoy —mediante tres parábolas- ilustra cómo la espera del cumplimiento de la «bienaventurada esperanza», su venida, debe impulsar todavía más a una vida intensa, llena de obras buenas: «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla». Se trata de una invitación a usar las cosas sin egoísmo, sin sed de posesión o de dominio, sino según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los demás, la lógica del amor: como escribe sintéticamente Romano Guardini, «en la forma de una relación: a partir de Dios, con vistas a Dios»

Benedicto XVI, 8 de agosto de 2010.

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