8 dic

Reflexión viernes 25 de marzo

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor
Reflexión
Hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación, y dentro de 9 meses estaremos celebrando el nacimeinto de Jesús en Belén. Este misterio de Amor por los hombres del Padre, que manda a su Único Hijo para nuestra salvación. Tan importante para nosotros que, cuando recitamos el credo de nuestra Fe, a las palabras: «que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen» se nos invita a inclinar la cabeza en señal de que lo que estamos diciendo  es lo mas importante y fundamental de nuestra Fe.
Alégrate!!!! alégrate tú que estás llamado a estar lleno de gracia, a estar inundado del Espíritu Santo que recibiste en semilla por el bautismo y en plenitud en tu confirmación.
La obra que el Señor quiere hacer con cada uno de nosotros sólo nos pide nuestra libertad, como María, de acoger la Palabra, de ese fiat: Aquí estoy para hacer tu voluntad, para que se haga según tu palabra.

Pero la fiesta de hoy no pone el foco de atención en Jesús, sino en María. Ella es la verdadera doncella virgen de la que hablaba el profeta Isaías al rey Ajaz como signo de su presencia y salvación de los enemigos. En ella llegan a plenitud estas palabras del AT que andaban esperando su verdadero dueño.

En el momento de la anunciación cambió la historia, porque María aceptó que cambiara la suya propia. Sus planes, sus proyectos… todo se vio de repente trastocado por el anuncio del ángel. Un anuncio gozoso, pero difícil de asumir. El sí de María a la voluntad de Dios no es tan sencillo como nosotros pudiéramos imaginar.

También nosotros estamos llamados a ser valientes hoy, a abrirle el corazón de par en par a Dios y dejarle entrar en nuestra historia para hacer de ella algo grande y bello. De nuestro sí dependen grandes cosas.

En este día la Iglesia celebra siempre la jornada de la vida. Y es muy apropiada porque la vida de los más indefensos, de los niños en gestación, depende del sí a la vida de su madre. De un sí que sea más fuerte que el miedo a las dificultades económicas que pueda sufrir; que el miedo a las deficiencias que el niño pueda tener (no podéis imaginar las presiones que sufren algunas mujeres en los hospitales para que en estas situaciones aborten); o el miedo a que su proyecto de vida perfectamente programado se vea trastocado inesperadamente.

La vida es para los valientes, para los que son capaces de afrontarla con un corazón abierto y confiado en Dios, diciendo sí a lo inesperado, porque en ello encontrará algo más grande de lo que él jamás pudo planificar.

Que el Señor nos conceda esa valentía para cambiar nuestra historia y dejar verdadera huella en la historia de la humanidad. Así sea.

pastoral

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