Reflexión viernes 27 de noviembre
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:
«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.
Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Palabra del Señor
Reflexión
La Palabra que el Señor nos regala hoy continúa invitándonos a vivir el combate de la fe.
Por una parte, nos recuerda que este combate es muy serio. Está en juego la vida eterna: todos fueron juzgados según sus obras… Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.
Por otra, nos invita a combatir con la certeza de la victoria. Satanás, marea. La peor de todas sus insidias es la tentación, que nos puede llevar al pecado y éste a la muerte. Y especialmente la tentación de la soberbia, de la mentira, del odio, de la idolatría, de creer que tú eres dios.
Pero Satanás es un ángel caído y derrotado para siempre. La victoria es del Cordero. Y la clave de la victoria es vivir con el Cordero, vivir agarrados a Él: el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Y este combate no podemos vivirlo solos. Eso es lo que quiere el diablo. No. Dios te ha creado para la relación, para la comunión, para la donación. Y te llama a vivir la fe en una familia, en un pueblo, la Iglesia: la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios,. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichoso el que encuentra en ti su fuerza. Caminan de baluarte en baluarte.
Y a vivir disfrutando de la vida nueva que el Señor nos regala: la nueva Jerusalén está llamada a vivir preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. Dios te ama, te ha creado por amor y está llamando a tu corazón para desposarse contigo. Para hacerte gozar de su presencia que todo lo renueva por el don del Espíritu.
Por eso, hoy también lo hemos cantado en el Aleluya: Levantaos, alzad la cabeza…. Deja de mirarte a ti mismo y mira al Señor, al Rey de Reyes, al Salvador.