El aumento de la diversidad cultural.

Luis Díe, es Doctor en Sociología

Profesor de la Facultad de Psicología, Magisterio y Ciencias de la Educación

Universidad Católica de Valencia

No somos suficientemente conscientes, como sociedad, de hasta qué punto necesitamos atraer la entrada de personas jóvenes procedentes de otras partes del mundo. Estos son los hechos:

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  • a 1/1/2012, había en España 7,08 millones de mujeres entre 20 y 40 años de edad. Estas mujeres tenían, en ese momento, 9,26 millones de hijos e hijas, de los cuales, sólo 4,49 millones eran niñas.
  • Haciendo una proyección sencilla y excesivamente optimista (sin contar la mortalidad y manteniendo constante la tasa de natalidad en España –los dos supuestos son incorrectos-), cuando estas niñas en los próximos 20 años, sean las mujeres que tengan que tener hijos, tendrían 5,84 millones de hijos e hijas, de los cuales sólo 2,85 millones serían niñas.
  • Si la proyección la llevamos una generación más allá (estamos hablando de 40 años), sólo habría en España 1,13 millones de mujeres de 0 a 19 años de edad.

No hay que ser un genio para darse cuenta de lo que hay en juego: o aprendemos a gestionar de un modo muy diferente la inmigración, en España, en la Unión Europea y en otros muchos países, o “el último, que apague la luz”. No es sólo una cuestión de supervivencia de la sociedad, sino de la posibilidad o no de mantener un modelo de sociedad: ¿cómo cambiará la sociedad con una población decreciente, cada vez más envejecida? ¿Se pueden mantener los niveles actuales de empleo en todas las profesiones? ¿Se puede mantener el nivel de consumo de bienes y servicios, de producción y, nuevamente, de empleo? ¿Qué pasaría, por ejemplo, con la educación, con los centros educativos y con los profesionales de la educación?

De esta forma, la inmigración no es sólo una cuestión de derechos humanos, o de diversidad, que lo es (todos tenemos exactamente el mismo derecho a intentar vivir una vida digna allá donde pensemos que podemos lograrlo –arts. 13 y 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos), ni una necesidad económica tanto de los países de destino como de los países de origen, que lo es. La inmigración es una necesidad demográfica urgente, en este caso, de la sociedad española y parece mentira que algunos representantes políticos no se den cuenta. Necesitamos que vengan personas de otros países y culturas, que vengan más y que vengan para quedarse.

Esta mera constatación nos plantea, a su vez, la necesidad de una educación intercultural más diversa. Pero lo “intercultural” no es sólo la aceptación, incluso el respeto, de las diversas culturas presentes en la sociedad, dentro de un marco legal que ha de ser igualmente cumplido y respetado por todos. Esto sería una posición multicultural a la que, por cierto, ni siquiera llegamos, en muchas ocasiones, en la realidad social y educativa española actual. En cambio, una educación intercultural supone la adquisición de lo que se denomina “competencia intercultural”, es decir, los conocimientos, capacidades y actitudes que nos permiten relacionarnos como iguales con personas de otras culturas, aprendiendo juntos a comprendernos, a trabajar juntos y a construir un proyecto de sociedad común (de todos y no sólo de “los nuestros”) e incluyente (que no genere ni acepte exclusión alguna por ningún motivo).

La tarea es formidable y todas las personas ganaríamos con ella, pero hemos de aprender a superar nuestros miedos y nuestros prejuicios, poniéndonos en lugar del otro, en lugar de aquél que creíamos diferente, desde una relación personal, incluso y sobre todo desde el afecto sincero, que nos compromete y de la que depende nuestra credibilidad y nuestra validez como interlocutores en la construcción de ese otro mundo posible y más justo.

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1 comentario

  • ESTHER LÓPEZ NAVARRO
    25 marzo, 2015 en 11:11 am

    Estoy totalmente a favor de lo que comenta el artículo, pero creo que sería necesario dar más información a la sociedad, creo que no somos conscientes y me incluyo de la urgencia de la necesidad demográfica que vive el país, por ello se deberían hacer campañas de concienciación ciudadana, ya que muchas de las personas viven ajenas al problema en cuestión.

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