Visita de los alumnos del máster de Psicología Jurídica de la UCV a la colonia San Vicente Ferrer (Godella) y al Centro Penitenciario «Antonio Asunción Hernández» (Picassent). Una mirada a la persona.

Visita de los alumnos del máster de Psicología Jurídica de la UCV a la colonia San Vicente Ferrer (Godella) y al centro penitenciario «Antonio Asunción Hernández» (Picassent). Una mirada a la persona, por Isabel Senabre.

Hace unos días tuve la ocasión de acompañar a los alumnos del Máster de Psicología Jurídica de la Universidad Católica de Valencia a la Colonia San Vicente Ferrer (Godella) y al Centro Penitenciario «Antonio Asunción Hernández» (Picassent). Han sido dos visitas que nos han ayudado a todos a abrir los ojos y mirar la realidad. La realidad de las personas que han cometido un delito. Un delito que a veces ha sido un error, o que en ocasiones forma parte de una carrera delictiva, pero que en cualquier caso, les acompañará para siempre.

LA COLONIA SAN VICENTE. UN LUGAR DONDE REAPRENDER A SER HIJO

La Colonia San Vicente Ferrer es un centro de reforma de 75 plazas en el que residen jóvenes de 14 a 18 años que han cometido un delito y han sido juzgados por ello (sentencia firme) o que pueden haberlo cometido, habiendo indicios que lo evidencien (medida cautelar). Está destinado exclusivamente a la ejecución de medidas judiciales de internamiento, en régimen abierto, semiabierto (menores de 14 a 18 años), en régimen cerrado (menores de 14 a 16 años) y convivencia con grupo educativo. Pertenece a la Generalitat Valenciana (Conselleria de Igualdad y políticas Inclusivas) y está gestionado por los Terciarios Capuchinos (Amigonianos). Un amplio equipo de educadores (casi 60), 3 psicólogos,  2 trabajadores sociales, una pedagoga, una doctora,  personal de administración y servicios atienden y acompañan a estos jóvenes, algunos de los cuales cuando ingresan presentan conductas disruptivas o de maltrato hacia sus progenitores. Las instalaciones, que funcionan desde 1922, cuentan con escuelas y talleres prelaborales, 22.000 metros cuadrados que albergan una biblioteca, salas de visitas, una zona deportiva con piscina, campo de fútbol y pista de atletismo así como varios grupos educativos con dormitorios, salas de estar, aseos, despachos y habitaciones para los educadores. Su amplia extensión y sus espacios abiertos es una de las cosas que más sorprende al visitante. Uno no tiene la sensación de estar «privado de libertad». La realidad es que los jóvenes desde que ingresan, pasan un tiempo en el módulo de observación (en régimen cerrado), pero la mayoría a las pocas semanas, ya conviven en diferentes grupos educativos en régimen de semilibertad. Algunos de ellos, en función de la evolución de su conducta, del tipo de medida y de otros factores, el fin de semana se van a casa con su familia y regresan el lunes. Los que tienen entre 14 y 16 años cursan ESO, en aulas que el centro tiene destinadas para ello, con profesores que se desplazan para impartir la docencia, y los jóvenes a partir de 16 tienen la posibilidad de asistir a formación prelaboral en diversos talleres. Además de la formación académica, hacen teatro, circo, compiten en varias ligas de deporte, todos los años algunos jóvenes realizan el Camino de Santiago en bicicleta, tienen salidas culturales. Es un centro muy vivo.

Una de las cosas que destacaría del centro es la calidez de las relaciones entre las personas que conviven en él. Pedro López, subdirector del centro, nos acompañó en un recorrido por las instalaciones y nos fue explicando cómo funciona la Colonia, cómo se organizan, qué tipos de tareas realizan en el día  a día, siempre atento, con un trato amable, cordial. Cuando pasaba algún compañero, se saludaban con afecto. Y ese es el estilo de la Colonia, es la tercera vez que voy y ya lo voy confirmando. La amabilidad en las relaciones entre los educadores, entre los educadores y los jóvenes, entre los trabajadores y las familias.  Otra de las cosas que destaca en el centro es la confianza. Un modelo pedagógico basado en la confianza es el que permite que sus puertas se mantengan abiertas, y que prescindan de empresas de seguridad como medida de control. Desde que en 2004 iniciaran un programa pionero de intervención para familias y menores con conductas de maltrato, los datos recogidos publicados concluyen un porcentaje de mejoría del 93% en las familias que siguen el programa completo (Sánchez Heras, 2008; Sánchez, Ridaura y Arias, 2010). Es un centro de referencia en la Comunidad Valenciana en intervención en casos de violencia filioparental, tipo de delito que en los últimos años ha aumentado de forma considerable, siendo uno de los delitos más cometidos por los usuarios del  centro. «También ha cambiado el estatus socio-económico del usuario, hace años venían jóvenes de familias con precariedad económica, y ahora vienen chicos y chicas de familias con situaciones económicas medias o altas con una ausencia total de límites en el hogar» nos comentaba Pedro.

Eva, alumna del Máster,  tras la visita a la colonia:

«Me pareció muy interesante la experiencia, tanto para integrar los conocimientos teóricos aprendidos en las diferentes asignaturas del Máster, cómo para conocer cómo se lleva a la práctica concretamente en los centros, y especialmente en la Colonia San Vicente Ferrer. Me gustó la filosofía de esfuerzo y disciplina que se establece de forma muy motivadora para los menores, incluso que no se les obliga a estudiar pero la mayoría sí lo hace. Considero que se hace una buena labor reeducativa con estos menores en la Colonia

José Miguel, alumno del Máster:

«Tras la visita al centro no te puedes quedar indiferente. Es encomiable la labor de sus profesionales y sobre todo la gran implicación que poseen.»

centro menores

Alumnos del Máster de Psicología Jurídica de la UCV con Isabel Senabre, profesora del Máster, en la visita realizada a la Colonia San Vicente Ferrer de Godella el pasado 3 de marzo de 2017.

 

EL CENTRO PENITENCIARIO DE PICASSENT. UNA MIRADA A LA PERSONA

El pasado jueves 31 de marzo de 2017 los alumnos del Máster de Psicología Jurídica acompañados por la profesora Isabel Senabre y por Laura Sanchiz, Secretaria Decanato Facultad de Psicología, realizamos una visita al centro penitenciario «Antonio Asunción Hernández» de Picassent acompañados por Vicente Esteban, psicólogo del establecimiento penitenciario. Visitamos el edificio de cumplimiento. En total el número de internos que residen en Picassent asciende a aproximadamente unas 2088 personas (más 532 del CIS, Centro de Inserción Social Torres Espioca) según los datos de ACAIP (Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias ) en junio del 2016, uno de los centros penitenciarios más grandes no sólo de España sino también de Europa.

Durante la visita recorrimos dos módulos: el módulo  de comunidad terapeútica intrapenitenciaria en el que viven internos que están inmersos en un programa integral de deshabituación de drogodependencias y el módulo de respeto. Los módulos de respeto son módulos gestionados casi de forma íntegra por internos, que se distribuyen las diferentes tareas a realizar en Comisiones (Comisión de Acogida, que recibe a un interno cuando llega nuevo al módulo; comisión de mediación, para intentar mediar en los conflictos entre los internos del propio módulo..etc.). También se encargan por turnos de la limpieza del módulo y de gran parte del mantenimiento de la prisión. La visita de estos dos módulos fue guiada por personas que cumplían condena en el mismo centro.

Antes de entrar en el edificio, había un joven estirando de una manguera, trabajando en el mantenimiento de los jardines y Vicente nos comentó:

“Es un interno. Posiblemente del módulo de respeto. Entran y salen de los módulos para hacer las tareas de mantenimiento de prisión.»

Todos nos sorprendimos al verlo allí. Quizás porque desconocíamos que eso era posible en prisión. Quizás porque los que vivimos en libertad nos pensamos que la vida en prisión es “Prison Brek” o “Vis a Vis”.

Pablo, alumno del Máster, comenta su experiencia tras la visita:

«Esperando ver un ambiente más propio de las películas de Hollywood nuestra sorpresa fue que esto no era así. El ambiente en los dos módulos que visitamos era muy tranquilo y se notaba que las personas que ahí se encontraban estaban contentas de ver a caras nuevas, incluso alguno se acercaba a nosotros y conversaba. Nos impactó la implicación de los internos en guiarnos por los módulos, explicarnos su día a día y su experiencia en la prisión. Lo primero que vimos fue el salón de actos y la biblioteca, en este primer paseo nos explicaron los proyectos que se llevaban a cabo en el centro penitenciario. Había un grupo de flamenco, uno de rock y otro de baile. Ensayan todos los días por la mañana y por la tarde y una vez al año hacen un festival en el salón de actos el “Rock in Reo”, además hay un equipo de producción audiovisual que graba estos eventos y realiza un video. La persona que nos contaba esto dijo que habían ganado un premio por un reportaje que grabaron ellos mismos dentro de prisión».

El interno que nos lo contaba era joven,  llevaba camisa blanca, pantalón vaquero y zapatos de vestir, un aspecto muy aseado, y era apuesto. En algún momento de su discurso, cuando Vicente comentó a algunas alumnas que era un interno, las alumnas no se lo podrían creer.

«Continuamos la visita por el módulo terapéutico y nos enseñaron todas las instalaciones, las celdas, el gimnasio y la peluquería. Por último visitamos el modulo de respeto donde viven los internos que han mostrado un buen comportamiento y además desarrollan algún tipo de trabajo que puedan poner al servicio de todas las instalaciones, se encargan por ejemplo del mantenimiento de la prisión, por lo que tienen mayor libertad de movimiento, entran y salen de los módulos para realizar su trabajo. En este módulo nos enseñaron un jardín maravilloso del cual decían los propios internos que era el mejor lugar de la prisión y el más bonito, para ellos estar ahí era lo más parecido a estar en libertad. La visita al centro penitenciario de Picassent  supuso para mí un cambio de esquemas y de prejuicios respecto a la prisión y las personas que en ella se encuentran, además de conocer de primera mano una realidad que solo conocíamos en la teoría»  comenta Pablo, alumno del Máster, tras la visita.

En el módulo de respeto, hicieron de guías José y Pedro (nombres ficticios). El primero, coordinador del módulo nos contaba que tenía una condena de 5 años, que ya llevaba 2 y medio y que en la vida civil era funcionario. «Pero  nunca te imaginas, las vueltas que la vida puede dar» nos decía, el segundo, cerrajero en su vida anterior a prisión, nos comentaba que la cárcel «o te hace peor, o te hace mejor» en relación a que puedes elegir la buena conducta y las buenas compañías o lo contrario. Nos contaba también que en el módulo de respeto tenían un artista fallero y hacen una falla preciosa y que se dedicaba al mantenimiento de todas las cancelas de la prisión, trabajo remunerado en su caso, con alta en la Seguridad Social, aunque con un salario mínimo.

Además de estos módulos hay muchos otros que no vimos, el joven apuesto de camisa blanca nos contaba orgulloso que el curso pasado, la mejor nota de los estudiantes del Centro Especial de Estudios a Distancia de la Comunitat Valenciana (CEED) fue la de un joven interno de Picassent que se graduó en Bachillerato con matrícula de honor, del módulo donde conviven los internos que estudian. “No todos somos malos” también nos decían algunos durante la visita.

Del centro penitenciario de Picassent me impactó la cotidianidad con la que los internos parecían vivir su día a día y la acogida que nos brindaron. Detrás de cada uno de ellos, como de cada uno de los chicos de la Colonia San Vicente descubrimos una persona. Una persona con una historia concreta, que como dicen ellos en un momento concreto de su vida, cometió un error, o incluso varios. Gracias a los internos del centro por acompañarnos y a Pedro y a Vicente por enseñarnos una realidad que desconocíamos. Por ayudarnos a descubrir que las personas que cometen delitos, independientemente de que se hayan equivocado y estén pagando por ello, también son PERSONAS.

carcel

Alumnos del Máster de Psicología Jurídica de la UCV con Vicente, psicólogo del centro, e Isabel Senabre, profesora del Máster, en la visita realizada al Centro Penitenciario de Picassent  el pasado 31 de marzo de 2017.

Enlaces y fuentes:

Autora

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Isabel Senabre. Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia (2006). Doctorado Internacional en Neurociencias por la Universidad CEU Cardenal Herrera Valencia (2012). Máster en Neuropsicología (ISEP). Especialista en Educación y Familia y experta en salud y educación afectivo sexual por la Universidad Católica de Valencia. Especialista en daño neuropsicológico vinculado al abuso de drogas. Formada en el programa Tratamiento Psicosocial en Abuso de Sustancias de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en La Universidad de California (Los Ángeles). Becaria de investigación y profesora asociada en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, participación en proyectos de investigación, gestión de cursos y actividades de prevención en el ámbito de las conductas adictivas desde 2007 hasta 2012. Profesora en el Máster de Secundaria online de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) desde el curso 2014/2015. Profesora de la asignatura “Intervención psicoeducativa y psicosocial en ámbito criminológico” en Criminología y coordinadora de Trabajo de Fin de Grado en Psicología y de  Prácticas del Máster de Psicología Jurídica de la Universidad Católica San Vicente Mártir desde el curso 2016/2017. Colabora en la actualidad con el Secretariado de Pastoral Penitenciaria del Arzobispado de Valencia (SEPVAL).

Máster Universitario en Psicología Jurídica

UCV

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