Counselling no directivo, por Jose Carlos Bermejo.
Counselling no directivo, por Jose Carlos Bermejo
Siempre me he movido apasionadamente entre la pregunta de la directividad y no directividad en el counselling, en las relaciones de ayuda. Se pone de moda cuidar respetando los deseos y preferencias del otro. ¿Hay lugar para la persuasión en la relación? ¿Es legítima? ¿Es inevitable? ¿Por qué el counselling se define como “no directivo”? ¿Existe realmente la no directividad?
En la década del 30 del siglo XX, en el mundo del Trabajo Social, en Estados Unidos, aparece el counselling en un mundo educacional y social donde se percibe la oportunidad de esta forma de asesoría, acompañamiento, relación de ayuda u orientación. Puede considerarse al sociólogo Talcott Parson el iniciador de esta disciplina.
En la década de los años 40, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se experimenta la demanda de profesionales del acompañamiento cuando, en Estados Unidos el gobierno solicita counsellors para que colaboren con los psicólogos y los psiquiatras en la ayuda a miles de soldados, que regresaban y necesitaban reinsertarse en una vida normal. Estos soldados no referían patologías psíquicas o mentales, pero, debido a la situación vivida, mostraban ansiedades, inseguridades, temores que dificultaban la readaptación a la vida social y familiar.
Rogers, en el principio
Por estos tiempos, Carl Rogers, nacido en 1902 en Estados Unidos, hizo su experiencia como joven integrado en un grupo cristiano cuyo líder acompañaba como uno más. Esto le hizo pensar que su profesor Humphrey era incapaz de saber a qué conclusiones llegar y por eso dejaba al grupo libre. Su reflexión le llevó a madurar la idea de que tal vez ese facilitador sabía lo que hacía y que era un modo muy particular y novedoso de enseñar. El impacto de esta experiencia es importante en la elaboración de su propio sistema de pensamiento y posterior propuesta de acompañamiento no directivo.
Fue en 1945 cuando, como profesor de psicología del Centro de counselling en la Universidad de Chicago, elaboró sistemáticamente sus teorías básicas, tanto de la personalidad, como del método terapéutico. La formulación de Rogers, su modelo centrado en la persona, trascendió las fronteras de su país y hoy están difundidas en Europa, Asia, Australia, América, en universidades y centros que se inspiran en sus enseñanzas. En Argentina, por ejemplo, el counselling es una carrera profesional.
Centrado en la persona, no directivo
Hoy, se ha convertido en una palabra usual –quizás inflaccionada- para referir un enfoque humanizado: centrado en la persona. El counselling humanista se apoya en la confianza que el ayudante deposita en el ayudado, considerando el pasado, pero mirando más al presente y al futuro potencialmente positivo. El interés principal se pone en crear las condiciones de bienestar psico-espiritual en niveles individuales, interpersonales y comunitarios.
La principal tarea del counselling es facilitar una relación de ayuda que permita un aprendizaje cognitivo experiencial del ayudado, sobre aquello que le pasa con lo que le pasa, lo que la persona hace y quiere hacer con lo que le sucede. Esta es una característica importante y un significado de la expresión “holístico” y del enfoque centrado en la persona, no solo en el entorno, en las circunstancias y lo que a uno le sucede. En el fondo está el protagonismo de la persona que hace algo con lo que le pasa.
Algunos límites en la comprensión del modelo
En el fondo de este modelo de acompañamiento subyace la idea de que el ayudado vive una tendencia actualizante de sus potenciales, una confianza en el crecimiento y desarrollo personal del cliente.
La propuesta del modelo no directivo, nace de la experiencia de que cuando las personas son tratadas no directivamente, desde una aceptación incondicional, en un marco de autenticidad y escucha empática, las fuerzas constructivas de la persona tienden al desarrollo positivo y a expresarse e imponerse sobre las negativas y destructivas.
Pero… lo cierto es que no siempre es así.
Por eso, inevitablemente, la no directividad del counselling, o mejor, de los momentos del nacimiento del counselling, no ha de llevarnos a la ignorancia. Constatamos que la persona también puede realizar y realiza de hecho, el mal. Se hace daño a sí misma, se esconde con mecanismos huidizos, se resiste al perdón, a la autoestima, a la aceptación e integración de las pérdidas, a la superación de las tendencias egoístas y violentas… El ser humano también tiene la posibilidad de hacer el mal; sucumbe a su atracción y su poder, por supuesto, también deliberadamente.
La corresponsabilidad que caracteriza al individuo en el mundo, nos ha de llevar a afirmar, aceptar e integrar la eventual persuasión o inducción en el otro –con todas las condiciones debidas- de convicciones y conductas posibles tendentes al verdadero desarrollo personal y al bien de los demás en el marco del respeto de la dignidad intrínseca de toda persona.
Sobre el autor del artículo «Counselling no directivo»
Máster Universitario en Relación de Ayuda y Counselling
Postgrados de Psicología, Logopedia y Terapia Ocupacional de la UCV
Universidad Católica de Valencia (UCV)