La importancia de tener unos objetivos claros
La importancia de tener unos objetivos claros. Lucia Calvo
La importancia del objetivo claro en el ser humano: Los seres humanos tenemos días repletos de ocupaciones, las cuales a veces nos sobrepasan, no se desempeñan correctamente, o simplemente no son suficientes; y cuando las adicciones entran en juego, estas ocupaciones siempre se ven sesgadas.
Todas las personas necesitamos una motivación para vivir cada día, una meta que conseguir, unos objetivos que alcanzar. Cuando nos encontramos en un proceso de cambio (sea este provocado o no por las adicciones) debemos entender que tener unos objetivos claros nos permite fortalecer la decisión de cambio personal, identificar opciones que nos permitan implementar un plan de mejora continuo, y generar nuevos hábitos. También aligerar cargas, para poder tomar el control e iniciar el proceso de cambio en cada uno de los aspectos de nuestras vidas, permitiéndonos ser más felices, disfrutando cada segundo que nos brinda la existencia.
En cuanto a “proceso de cambio” nos referimos a todo el proceso de rehabilitación de adicciones, pero esto se puede extrapolar a cualquier cambio o mejora que queramos hacer en nuestras vidas, existan o no las adicciones.
La selección de los objetivos a trabajar en cada momento puede marcar el éxito o el fracaso de este proceso. Por eso, a la hora de marcar los objetivos se deben tener en cuenta varios aspectos como son el carácter de los objetivos, el espacio de tiempo en el que se pretenden alcanzar, y la categoría en la que se encuentran.
Si las ocupaciones están presentes en todo momento, los objetivos también deben estarlo. Para garantizar un rendimiento pleno, estos tienen que ser significativos para la persona, y deben clasificarse de una forma que resulte cómoda y práctica, en diferentes categorías.
Antes de establecer dichas categorías, debe diferenciarse el carácter de los objetivos para saber si estos son cuantitativos (por ejemplo: salir a correr tres veces por semana durante media hora) o cualitativos (por ejemplo, aprender a gestionar los momentos de ansiedad), y decidir si los objetivos a marcar son para conseguir a corto, medio, o largo plazo. Generalmente es más sencillo que los cuantitativos se planteen a corto-medio plazo, y que los cualitativos se planteen a medio-largo plazo.
Para el trabajo con personas que están realizando un proceso de deshabituación se proponen estas categorías que engloban todo el desempeño ocupacional:
- Objetivos de tiempo libre: practicar ejercicio físico o deporte, búsqueda de nuevas alternativas de ocio saludables, recuperación de actividades no tóxicas que fueron abandonadas por los consumos, gestionar los momentos de aburrimiento, etc.
- Objetivos de autocuidado personal: mejorar mi aspecto físico (ducharme una vez al día, lavarme los dientes tras cada comida, cortarme el pelo…), cambiar mis hábitos de alimentación (comer más sano, comer más despacio, comer menos cantidad, no picar entre horas…), mejorar el estado de mi casa (ordenar mi armario, renovar la decoración…), etc.
- Objetivos de habilidades sociales: ajustar mi tono de voz, practicar la escucha activa, no utilizar argot callejero, practicar la asertividad, trabajar mi empatía, poner límites, etc.
- Objetivos relacionales: mejorar mi relación familiar, implicarme más en las conversaciones de mis amigos o reuniones grupales, evitar personas tóxicas, etc.
- Objetivos de personalidad: aumentar la tolerancia a la frustración, pedir ayuda, mejorar mi autonomía, identificar correctamente mis emociones, afrontar y resolver los conflictos, aumentar mi autoestima, etc.
- Objetivos de control de estímulos: fumar menos, controlar los gastos económicos, etc.
Saber diferenciar entre objetivos generales y específicos permite optimizar el desempeño. Es decir, si lo que se pretende es, por ejemplo: controlar la alimentación, la forma de enunciar el objetivo no sería “controlar mi alimentación” sino desmenuzar este objetivo general en varios objetivos específicos que nos permitan un abordaje más complejo, por ejemplo: comer más sano, comer más despacio, comer menos cantidad, no picar entre horas, reducir la frecuencia de acudir a restaurantes o comprar comida preparada, etc. Esto permite realizar una especie de checklist que, una vez que se tenga completada, hará que el objetivo general se valore como alcanzado.
Cuando un objetivo se considera como alcanzado, este puede pasar a ser un objetivo de mantenimiento de hábito, o directamente desaparecer de la lista de objetivos, dando paso a nuevos objetivos a plantear.
El control y marcaje de estos objetivos depende de las necesidades de cada individuo. Al principio, es apropiado plantearse los objetivos una vez a la semana y jugar con el equilibrio entre objetivos cuantitativos a corto-medio plazo (deberían ser más abundantes) y los objetivos cualitativos a medio-largo plazo (que son más intensos y por ello requieren más focalización, por lo que deberían plantearse en menor cantidad).
Este planteamiento de marcaje y alcance de objetivos es interesante porque permite que cada persona realice una autoevaluación, siendo cada individuo quién realmente decide si un objetivo está alcanzado, si está en proceso, o si directamente debe de eliminarse por no ser el momento adecuado para plantearlo (o por carecer de significado).
Para realizar esta autoevaluación, siempre se puede recurrir a personas cercanas que ayuden a valorar en que punto se encuentra cada objetivo, ya que a veces, la percepción de la persona se puede ver sesgada por diferentes motivos, como sensación de estancamiento, desmotivación o falta de memoria: por lo que esta puede ser una actividad a realizar en compañía de otras personas, fortaleciendo los lazos entre ellas y generando una sensación de simbiosis sana.
Lucía Calvo Figueira, de 25 años, es Terapeuta Ocupacional, graduada por la Universidad de A Coruña, y Técnica de Adicciones, con el Máster de Educación y Rehabilitación de Conductas Adictivas de la Universidad Católica de Valencia. Ha trabajado en diferentes recursos como Comunidades Terapéuticas, Unidad de Salud Mental del Hospital Valencia al Mar, o Unidad de Desintoxicación del
Hospital Aguas Vivas, y en la actualidad trabaja como Directora Coordinadora de CEDA (Centro Especializado en Deshabituación de Adicciones). Su motivación siempre ha sido aportar su granito de arena para ayudar a aquellas personas que más lo necesitan, aunque ni ellas mismas lo sepan, velando siempre por su bienestar y mejora de la calidad de vida de las personas.
Máster Universitario en Educación y Rehabilitación de Conductas Adictivas
Postgrados de Psicología, Terapia Ocupacional y Logopedia
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