«El poliedro está compuesto por muchas facetas, como el problema de la adicción» por Sergio J Blanquer
El poliedro está compuesto por muchas facetas, como el problema de la adicción
Sergio J. Blanquer. Especialista en Psicología Clínica. Especializado en conductas adictivas.
Introducción
Creo que comparar la figura del poliedro con el problema de la adicción es una metáfora acertada. Me estoy refiriendo al poliedro irregular, claro está. Cada adicción de cada persona puede compararse con un poliedro irregular. Y no encontraremos dos poliedros iguales.
Algunas preguntas son pertinentes: tras decenas de años de intervención en adicciones en todo el mundo: ¿conocemos bien la adicción?, ¿los modelos explicativos y los métodos de gestión hegemónicos, han sido útiles para comprenderla y tratarla con éxito? No olvidemos que de estas cuestiones depende no sólo el tratamiento, sino también la prevención.
¿Qué implica que el problema de la adicción esté compuesto por múltiples facetas?
En el origen de la adicción, en su historia, en su dinámica actual, en su estructura minuto a minuto, y en su relación con otras cuestiones, encontramos un universo de factores que van apareciendo y desapareciendo, sumándose, integrándose y potenciándose unos a otros.
Evidentemente, no podemos entender el problema de la adicción desde un pensamiento lineal, simple, necesitamos un “pensamiento complejo”, como diría Morin, quien huía del reduccionismo, de la parcelación…
Ante un problema tan complejo, podemos equivocarnos fácilmente, por lo que debemos ser muy humildes y practicar el descentramiento (intentar conocer una realidad evitando el egocentrismo). Un niño no descentra cuando considera que el mejor regalo para su padre es el muñeco de Buzz Lightyear.
Es fácil comprender que el paciente, más que nunca, debe erigirse como centro de su problema. El paciente sería el, por así decirlo, metamodelo que necesitamos para integrar toda la información disponible. Es quien da sentido a todo cuando intervenimos. Nosotros somos unos ignorantes. Él es quien nos coordina, el sabio. Cada paciente es un paradigma.
Es tan complejo que quizá no podamos resolver un problema de adicción, pero sí podemos gestionarlo indefinidamente. Esto es muy liberador, tanto para el profesional, como para el paciente.
No habría diferencia entre vivir la vida y la recuperación. Esta última puede tener lugar incluso con síntomas. Los síntomas son compatibles con una vida plena. El término “curar”, por tanto, queda obsoleto.
Facetas de la adicción
Estas serían las facetas de la adicción, entendida como un poliedro. Se van a presentar de forma sucinta porque muchas de ellas ya son sobradamente conocidas:
· Evitación: la adicción no deja de ser una gran evitación del enfrentamiento a los problemas. Es el motivo por el que estos se mantienen y se amplían. Muchas personas acaban cayendo en un bucle recursivo muy cerrado por el que evitan todo aquello que les resulte desagradable, lo que constituiría un “trastorno de evitación experiencial”.
· Disociación: la disociación es un proceso clave para entender los traumas. Entre los adictos hay muchos pacientes traumatizados, por eso están muy acostumbrados a disociar.
· Conducta aprendida: la adicción puede concebirse como una conducta desadaptativa muy bien aprendida a través de los distintos tipos de aprendizaje.
· Intento “mágico” de resolver problemas: los pacientes, con gran perseverancia, ponen en marcha ciertas conductas adictivas encaminadas a resolver sus problemas, esperando que “esta vez sí sea útil mi estrategia de resolución de problemas”.
· Conocimiento implícito, tácito, robotización: los pacientes son como autómatas, un conocimiento tácito, del cual no son conscientes, llega a determinar sus vidas.
· Desarrollo personal insuficiente para llevar la vida adelante: quizá la gestión de una adicción no tenga tanto que ver con la disposición de conocimiento científico o de capacidades técnicas, cono con la sabiduría práctica (frónesis).
· Anomia: se da cuando la persona no comparte los objetivos, los recursos o los dos, convenidos por la sociedad. La adicción sería una elección de objetivos y recursos no aceptados socialmente.
· Injusticia epistémica: se dificulta a ciertos colectivos el que dispongan de información que podría ayudarles a resolver su problema adictivo. Se les ofrece un conocimiento sesgado, insuficiente, trasnochado.
· Identidad: la adicción suele suponer una cerrazón de identidad, una demora de identidad y, a la larga, una difusión de identidad. Es fácil comprender todos los problemas que esto genera.
· Problema complejo: la adicción es un problema complejo, como estamos viendo, que requiere de un pensamiento complejo para ser pensada.
· Desintegración antropológica: la vivencia de las emociones, tanto las de signo negativo, como las de signo positivo, son esenciales para la vida. Los adictos juegan a ser dioses y parecen haber decidido desterrar las emociones desagradables. Los sentimientos son, por otra parte, fundamentales para los grandes proyectos.
· Consecuencia del poder: hablamos de poder, de decisiones gubernamentales, de situaciones políticas, etc. Estas cuestiones las estudia la psicología crítica.
· Automedicación: es un concepto ya clásico. Todo drogodependiente busca “medicarse” para “tratar” su malestar, su “trastorno psiquiátrico”.
· Patología dual: es otro concepto tradicional. Cuando una adicción se complica, provoca los correspondientes trastornos psiquiátricos, agrava los ya existentes, etc. Una adicción grave, de larga evolución, no va sola.
· Déficit de mentalización y empleo de la respuesta motora al servicio del cambio fisiológico: la adicción atrofia la capacidad de utilizar la mente para resolver problemas y la conducta motora se orienta a cambiar el organismo, como estrategia exclusiva.
· Vulnerabilidad global: existen modelos, dentro de la psicoterapia aplicada a “pacientes difíciles” o “pacientes graves” que hablan de una vulnerabilidad global multifactorial.
· Adicción a emociones familiares: nuestros pacientes pueden haber caído en una adicción a ciertas emociones, que acaban resultándoles familiares. Las emociones son, entre otras cosas, procesos químicos al fin y al cabo.
· Resultado de sentir que estoy en mi lugar (habitus): el habitus, concepto que nos llega desde la sociología, nos ayuda a comprender la interconexión entre la estructura social y la acción individual. Nos ayuda a comprender el cambio en sociedad. Es la sociedad inscrita en el individuo.
· Conducta de apego: un adicto puede obtener la atención, el cuidado de su figura de apego, constituyéndose, por tanto, en una auténtica conducta de apego. También obtiene el cuidado de los profesionales, de las instituciones sociosanitarias… Muy relacionado con el apego están las “organizaciones de significado personal”.
· Resultado de un trastorno de personalidad: nuestra personalidad bien construida debería ser nuestro sistema inmunológico psicológico. Un adicto de larga evolución muestra una
personalidad insuficiente o “trastornada”, por lo que la adicción bien podría considerarse como un síntoma de un trastorno de personalidad. La personalidad orientada la intervención. En adicciones, y en salud mental en general, hay que ser experto en personalidad.
· Proceso sistémico: como sabemos, en muchas familias la adicción de alguno de sus miembros es el elemento que se necesita para mantener un cierto equilibrio en el sistema familiar. Nos referimos a sistemas complejos.
· Ausencia de “sentido de coherencia”: sería el concepto clave del “modelo salutógeno”. Se refiere a la sensación de que es posible comprender lo que sucede. Aumenta las expectativas y la capacidad de una persona para asimilar y modificar experiencias.
· Trastorno de la emancipación: muchos expertos en terapia familiar sistémicas consideran la adicción como un trastorno de la emancipación.
· Falta de marcadores somáticos: se trataría de unas huellas de memoria orgánicas que nos permiten rememorar cierto malestar (experimentado con anterioridad) que nos protege ante ciertas situaciones en las que podríamos llevar a cabo conductas muy problemáticas. Los marcadores somáticos podrán concebirse como el sustrato biológico de la moralidad.
· Mecanismo de heterostasis: los adictos consumen sustancias psicoactivas para resolver unos problemas, originando otros. Es como la fiebre ante una infección: combatimos con ella la infección, pero la fiebre nos puede provocar otros problemas.
· Problema existencial (falta de sentido): un adicto, fuera del contexto del consumo, experimenta un total “difusión de proyecto de vida”.
· Esencialidad, mentalidad fija: si una persona con problemas de adicción se considera esencialmente un adicto, no se planteará jamás que algún día pueda llevar a cabo una transición a otra condición existencial.
· Disfunción ejecutiva: si el paciente ha comenzado a consumir antes de los 20 años, es muy probable que no haya madurado su lóbulo frontal. Todas las funciones que dependen de esta parte de nuestro cerebro están alteradas.
Conclusiones
Tradicionalmente la medicina analiza la enfermedad como algo que ocurre en el cuerpo del sujeto enfermo, olvidando en parte la personalidad. En este sentido, Sydenham, uno de los padres de la medicina moderna, manifestó lo siguiente: “las enfermedades agudas son trastornos de naturaleza corporal, pero en las crónicas es fundamental la participación de la personalidad del hombre”. No debemos temer equivocarnos si incluimos en el concepto “personalidad” aspectos como: creencias, valores, principios, normas de vida, espiritualidad, religiosidad, cultura, ideas políticas, ideas filosóficas, etc.
¿Cómo avanza el conocimiento, especialmente el conocimiento científico? Siguiendo a Popper, diríamos: “Es así como llegamos a adquirir un conocimiento más profundo de nuestro problema y a estar en condiciones de proponer soluciones más maduras: la misma refutación de una teoría es siempre un paso adelante que nos acerca a la verdad y es esta la manera por la cual podemos aprender de nuestros errores”.
Los pacientes, como dije en otro artículo sobre el conocimiento tácito, deberían dejar de vivir como autómatas, o como marionetas o muñecos de trapo, añado ahora. Los terapeutas, por otra parte, deberíamos dejar de trabajar como monos. Un mono puede imitar la conducta de un modelo que está fregando platos, pero si el mono no dispone de los conceptos de “jabón”, de “eliminar la grasa”, de “aclarar”… nunca podrá realizar esa actividad.
El enfoque del poliedro de la adicción es totalmente compatible con el nuevo paradigma de la salud mental que está llegando.
Postgrados de Psicología, Terapia Ocupacional y Logopedia