Un grupo de Veterinarios encabezados por el Dr. Iván Serra y la Dra. Carme Soler, intervienen una fractura de húmero en una Tortuga Boba en el Hospital Veterinario de la UCV.

La Tortuga Boba (Caretta caretta), especie en peligro de extinción, es una de las especies más afectada por accidentes o amputaciones traumáticas de las aletas por atrapamiento en redes de pesca, embolismos gaseosos por accidentes de descompresión, fractura de huesos largos y fracturas del caparazón. Muchas de estas patologías imposibilitan su posterior reinserción, incluso en un gran porcentaje de animales conlleva a su muerte o eutanasia por su incapacidad funcional.

En Formentera, un espécimen hembra de Caretta caretta de unos 25 kg de peso apareció varado en con una severa fractura de caparazón, presuntamente por colisión con una embarcación. Además de la fractura del caparazón, presentaba una fractura de húmero izquierdo y de acromion derecho. Tras un año de recuperación en “Marineland Mallorca” y, resuelto el problema del caparazón, fue remitida al “Oceanográfico de Valencia” para el tratamiento quirúrgico de la fractura de húmero.

Previo examen clínico y ortopédico del paciente, el estudio radiológico y tomográfico de ambas aletas delanteras, evidenció una fractura diafisaria transversa de húmero izquierdo, y fractura transversa de acromion derecho. Tras la valoración funcional de ambas aletas, se decidió por la intervención quirúrgica de la fractura de húmero izquierdo.

Una vez en quirófano, se realizó un abordaje medial al húmero izquierdo, donde se expuso correctamente el foco de fractura. Reducidos ambos fragmentos de la fractura se procedió a la estabilización quirúrgica con dos placas bloqueadas de osteosíntesis para tornillos de 2,7 mm (SOP®, Orthomed), colocadas en la superficie medial del húmero. Estabilizada la fractura, se procedió a la aplicación de proteína morfogenética ósea tipo 2 recombinante humana (rh-BMP-2) (TruScient®, Zoetis) y se efectuó el cierre del abordaje de modo convencional, prestando especial atención al sellado de las escamas para qué éste lograra la impermeabilidad.

El paciente se mantuvo durante 4 días fuera del agua, para posteriormente ser conducido a un tanque de recuperación de las instalaciones del “ARCA del Oceanográfico de Valencia”. Se realizaron controles radiológicos mensuales, donde se comprobó en todo momento el correcto posicionamiento de los implantes quirúrgicos. La movilidad autónoma de la aleta no fue evidente hasta los 8 meses de la cirugía, momento a partir del cual fue incrementándose de forma progresiva.

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