Reflexión jueves 26 de mayo
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,16-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».
Comentaron entonces algunos discípulos:
«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».
Y se preguntaban:
«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Palabra del Señor
COMENTARIO:
«Un poco y no me veréis». “Un poco”: en efecto, quedan contadas horas para la muerte de Jesús, para que no esté ya físicamente visible entre los suyos. «Otro poco, y volveréis a verme». “Otro poco”: la ausencia tiene una duración limitada. Podrán sobrellevarla.
Pero prestemos atención sobre todo al verbo “ver”. No podemos resbalar sobre él. Porque aquí no se trata solo de percibir algo o alguien que entra en el campo visual del sujeto o de dejar de percibirlo porque queda fuera de ese campo. El “no me veréis” nos hace barruntar la crisis de fe por que pasan los discípulos cuando Jesús es detenido y sufre la pasión; nos hace pensar en su desconsuelo, y también quizá en el desaliento y la retirada, en el desplome de las expectativas que la comunión con Jesús había generado en ellos. ¿Se quedaría todo en el recuerdo nostálgico de una experiencia demasiado bella y fugaz?
Y el “me veréis” no se refiere simplemente a que, pasados unos días (“un poco”) lo van a tener de nuevo al alcance de la vista. Ver es gozar la gracia indecible de una presencia, es saberse tocado por ella y llenarse de alegría, es sentirse conquistado de nuevo, es sentirse confirmado, ahora definitivamente, por la verdad y la vida de Jesús. Es vivir un encuentro imborrable que dará pulso e impulso a la misión
ORACIÓN:
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú quieres que estemos alegres
ya que somos discípulos del Señor resucitado,
que derrotó a la muerte como al gran enemigo.
Gracias por habernos creado para la felicidad.
Ayúdanos a hacer nuestro el lema de San Felipe Neri:
que la alegría es el mejor camino hacia la perfección.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor
EN FAMILIA
Conociendo a san Felipe Neri: https://youtu.be/LsRehfe1HVU