jesucristo sumo y eterno sacerdote

Reflexión jueves 4 de junio

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (14, 12a. 22-25):

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús tomó pan, y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:

«Tomad, esto es mi cuerpo».

Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo:

«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Palabra de Dios

 

COMENTARIO:

Es muy cierto que Jesucristo es sacerdote, pero no para sí mismo, sino para nosotros, porque presenta al Padre eterno las plegarias y los anhelos religiosos de todo el género humano; Jesucristo es también víctima, pero en favor nuestro, ya que sustituye al hombre pecador. Por esto, aquellas palabras del Apóstol: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús» exigen de todos los cristianos que reproduzcan en sí mismos, en cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de ánimo que tenía nuestro Redentor cuando se ofrecía en sacrificio: la humilde sumisión del espíritu, la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias a Dios.

Aquellas palabras exigen, además, a los cristianos que reproduzcan en sí mismos las condiciones de víctima: la abnegación propia, según los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontáneo ejercicio de la penitencia, el dolor y la expiación de los pecados. Exigen, en una palabra, nuestra muerte mística en la cruz con Cristo, para que podamos decir con san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo».

 

ORACIÓN:

Señor, tú eres el Dios vivo y el Dios de la alianza de la vida y del amor leal. Guárdanos en tu amor y guarda la promesa de vida que nos has dado por medio de tu Hijo Jesucristo. Que su vida brote en nosotros a borbotones, fuerte y con plena riqueza, hasta que florezca y dé frutos ubérrimos de vida eterna. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor.

Intenciones:

Ø Para que sepamos seguir luchando valerosamente contra todo lo que causa muerte a nuestra vida cristiana: como trabajos inhumanos, supresión indebida de la libertad, miedo paralizante, amor espurio y destructor. Roguemos al Señor.

Ø Que nuestros queridos difuntos puedan pervivir todavía en nosotros: en la vida que recibimos de ellos, en el bien que hacemos, y sobre todo en nuestro amor íntimo con Dios mismo. Roguemos al Señor.

Ø Que todos los que sufren y están agonizando participen en nuestra fe en la resurrección y encuentren fortaleza al saber que Dios les ama aquí en la vida y más allá de la muerte. Roguemos al Señor.

REFLEXIÓN:

Después de este tiempo que nos ha tocado vivir por la pandemia y que ha obligado a tener los templos cerrados, cosa inaudita para todos, retomamos poco a poco la normalidad.

Hemos aprendido al menos dos cosas:

– La primera, es que el ser humano es frágil y que la ciencia no es todopoderosa.

            – La segunda, es que la escala de valores que muchos vivían (bienestar, comodidad, placer, disfrute, etc.) se ha visto que en los momentos decisivos no cuenta; por tanto, habrá que vivir otros valores más evangélicos.

            Lo propio del ser humano es pensar; por tanto, lo normal es preguntarse por qué ha pasado todo esto y dónde está Dios. En realidad la respuesta sólo la tiene Dios, pero desde la Biblia podemos encontrar una respuesta. La Biblia nos dice que nuestro Dios y Padre es creador. Él crea para el bien,  la felicidad y para que podamos estar eternamente con Él después de esta vida. Así, de Dios no provienen el dolor, sufrimiento y muerte.

Un joven fue preguntando a un sacerdote:

– Entonces, ¿de dónde provienen el sufrimiento y la muerte?

– La Biblia nos dice que es el pecado del hombre lo que introdujo el mal y, con él, el sufrimiento y la muerte (libro del Génesis).

Porque del corazón (del hombre) salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. (Mateo 15, 19)

– Vale, de acuerdo, pero ¿de dónde sale el virus o las enfermedades?

– Con el pecado también se introdujo el desorden en la naturaleza; se rompió el equilibrio entre naturaleza y el hombre.

El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte–dice el Señor. (Isaías 62, 25)

            San Pablo lo dice así: Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora (Romanos 8, 22); es como si la creación se revelase contra el hombre por el pecado que ha llevado al desorden y a la ruptura de la armonía entre la creación y su cuidador, el hombre. Dicho en otras palabras: la enfermedad y los desastres naturales también encuentran en el pecado su origen. Ahora se entiende que Cristo viniese a librarnos del pecado y sus consecuencias.

– Bien, ya he entendido que el mal viene del pecado del hombre, ¿pero de alguien más?

– Sí, del ángel caído que llamamos demonio. No obstante, respecto al demonio debemos distinguir dos momentos: antes y después de la cruz de Cristo. Después de la cruz de Cristo, cuando Éste bajó a los infiernos, le robó al demonio las llaves, que significa el poder; por tanto, al demonio sólo le queda sugerir hacer el mal: sugiere, pero depende de nuestra libertad y voluntad hacer el bien o el mal. Eso es el pecado; desde nuestra libertad optar por el mal.

– ¿Dios no puede evitar el mal?

– Claro que sí, y de hecho ocurre muchísimo; cuando lleguemos al cielo se nos hará ver cuánto mal nuestro ángel de la guarda y Dios nos han evitado. Pero la forma habitual de actuar de Dios es respetar nuestra libertad; si uno quiere hacer el mal, Dios se “entristece” y lo permite mitigando sus consecuencias, pero da muchas oportunidades para que uno se arrepienta repare el daño hecho y regrese a Dios. Recordemos el atentado al papa san Juan Pablo II, ¿Dios no podía haberlo evitado? Claro que sí, pero no quiere quitar la libertad al hombre, incluso de hacer el mal. Si Dios quitase libertad no existiría el amor: sin libertad no hay amor. Por tanto, la clave está en rechazar todo pecado desde un acto libre de la voluntad, aunque eso implique renuncia y violentarse uno a sí mismo.

Donde hay pecado no hay amor, sino sufrimiento y muerte.

– Hay una cosa que no entiendo, ¿por qué unos han muerto y otros no?

– Ahora nos vamos al capítulo 4 del libro de la Sabiduría en la Biblia. Allí se nos dice que Dios llama a algunos porque:

– quiere evitarles más sufrimientos en la tierra.

– quiere evitar que pierdan la fe.

– ya han cumplido su misión.

– han alcanzado un optimo nivel de santidad.

            – tienen tanta fe en la resurrección que no temen a la muerte y su muerte puede ser un testimonio de fe para muchos.

            – su alma es del agrado del Señor.

            Visto así, los que se han ido han encontrado más dicha que los que aún estamos aquí. Quien no tiene ninguna e estas seis condiciones, Dios le permite estar más tiempo para ver si alcanza al menos una.

            Déjame que te diga, joven, que no podemos olvidar a los que nos han dejado, es nuestro deber rezar por ellos, conocidos o no; también debemos rezar por los que viven el duelo y, además, no han podido vivir ni el funeral de sus seres queridos.

            Volvemos a la auténtica normalidad en la que retomamos ser apóstoles en un mundo salpicado por tanto pecado.

 

ACTIVIDADES PARA REALIZAR EN FAMILIA:

– Un paseo por la montaña (en familia).

– Una visita a un sagrario (en familia).

– Ofrecer una misa por los difuntos y participar en ella (en familia).

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