7 mar

Reflexión jueves 7 de marzo

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,14-23):

En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.

Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:

«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:

«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

Palabra del Señor

COMENTARIO:

Recuerdo ahora algo que sucedió en mi etapa de seminarista. Era yo y éramos todos muy jóvenes y atrevidos. Resultó que estábamos en el comedor y pasaba un compañero con la bandeja de la comida para que nos fuéramos sirviendo. Aquel día tocaba pollo. Se acercó a mí. La porción que tenía más cerca era un apetitoso muslito, todo tierno. Era lo que me había gustado toda la vida. Pero aquel día había pensado que me tenía que sacrificar y que no siempre debía escoger lo que más me gustase. Así que, sin pensarlo dos veces, me lancé a por la porción más alejada, una parte del pollo que me gustaba menos. Pronto tuve en mis oídos la reacción de un compañero que me echaba una bronca: “Fernando, siempre tienes que estar eligiendo lo que más te gusta. Se agarra la ración que está más cerca sin escoger.” Aguanté el chorreo y pasé a escoger el tierno y apetitoso muslito que tenía más cerca. No expliqué mis razones. No valía la pena. Aquel día aprendí que todo puede ser interpretado, que nuestras acciones tienen siempre diversas lecturas posibles.

ORACIÓN:

Señor Dios nuestro:

Tú nos pides no tanto que observemos ciertas prácticas,

sino que nuestros corazones estén vueltos a ti.

Oh Dios bondadoso, queremos hacer en todo tu voluntad,

fielmente y con generosidad

como lo hizo Jesús, tu Hijo,

quien cumplió tu voluntad porque te amaba

y que por eso vive contigo y con el Espíritu Santo,

un solo Dios, por los siglos de los siglos.

EN FAMILIA:

Hablar de la confesión y acordar cuando ir a confesarse. Importante el testimonio de los adultos.

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