4 abr

Reflexión lunes 4 de abril


Lectura del santo Evangelio según san Juan.8, 12-20

EN aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo:
«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».
Le dijeron los fariseos:
«Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero».
Jesús les contestó:
«Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino yo y e! que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre».
Ellos le preguntaban:
«Dónde está tu Padre?».
Jesús contestó:
«Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre».
Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Queridos amigos y amigas:

Durante toda la semana, veremos a Jesús discutiendo con los judíos, sobre su autoridad, su procedencia y, de alguna manera, anticipando el fin que le espera.

En el Evangelio de hoy, Jesús se proclama como Luz del mundo, lo que no deja de ser provocador.

Bien sabemos que tener luz en nuestra vida es muy, pero que muy necesario y es así como El Señor se ubica como aquél capaz de ir disipando las tinieblas; Él es quien puede dar sentido a nuestros anhelos y esperanzas, el que puede calmar toda la sed que se nos presenta en la vida de las personas, el que responde a tantos interrogantes y necesidades de dicha y felicidad que todo corazón humano esconde.

A menudo nos sentimos débiles, perdidos en un mundo en el que predominan las malas noticias, donde hay tinieblas que no nos dejan ver con claridad el camino. Entonces aparece la Luz, y nos ofrece su brillo, para que sepamos hacia dónde ir. Y le ponemos ganas, pero no basta. Caemos una y otra vez en los mismos errores.

Hermanos, ¿cómo entra la luz en una persona? Si la puerta del amor y el corazón están abiertas.

Y nos invita a seguirle. Particularmente, como personas, y juntos, como Iglesia.

A la luz del evangelio de hoy, nos podemos preguntar: ¿Jesús es para nosotros, luz del mundo, luz de mi vida? ¿Es Él quien ilumina el corazón, los proyectos, las actitudes, o me dejo encandilar por luces que me paralizan o encandilan?

Jesús se presenta como la luz: “Yo soy la Luz”. ¡Que imagen tan sencilla y directa para que entendamos quién es Él!

Cada uno de nosotros tiene la invitación para aceptar a Cristo como la Luz verdadera. Y no solo, eso no es todo, si hemos encontrado la luz, tenemos que compartirla con todos. Tenemos que ser luz. ¡Es una tarea que te está esperando!

Goza vivir. Pues Dios quiere que vivas, que seas feliz y de esa manera seas una persona que destile alegría y contagie a los demás. Que seas cristiano, pero sobre todo ¡QUE SE TE NOTE!

Seamos luz, que brilla, ilumina, orienta, hacia la dignificación de la persona y hacia la gloria de Dios. Hacia un mundo más justo y humano. Seamos instrumentos de paz y concordia y no de confrontación y prejuicio.

Espero en este lunes puedas darte cuenta de cada una de las bendiciones que tienes en tu vida. Que el Espíritu ilumine nuestros corazones, para que seamos antorchas para los hermanos.

¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.

 

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