19 de mayo

Reflexión martes 19 de mayo

Jn 16,5-11

Si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: «¿Adónde vas?» Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré.

Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado., de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado».

REFLEXIÓN

Notamos cuán a menudo Jesús se refiere al Espíritu Santo en las lecturas de estos días en los que nos acercamos a la segunda fiesta más importante de este tiempo pascual que es Pentecostés. Ciertamente, los primeros cristianos tuvieron experiencia de que ser miembro de la Iglesia no era solo una cuestión intelectual, el estar de acuerdo con unas ideas y hacerse seguidor de ellas pasando a formar parte de un club filosófico, ni que tampoco era tan solo cuestión de emular a alguien que hubiera hecho algo impactante, sino que era precisamente predisponerse diariamente a recibir el mismo Aliento que movió a dar la vida a Cristo por los demás.

La venida a nosotros del Espíritu Santo es claramente de mucha importancia porque Este nos da la posibilidad de lograr aquello que por nuestra obvia flojera humana no podemos lograr. En todos nosotros existe un límite que compromete nuestro querer estar a la altura de las cosas serias. En cambio, en Dios no.

 ORACIÓN

Oración al Espíritu Santo

Tú, llamado el Consolador,
Don del Dios Altísimo;
Fuente viva, Fuego, Caridad
y espiritual Unción.

Tú, con tus siete dones,
eres Fuerza de la diestra de Dios.
Tú, el prometido por el Padre.
Tú pones en nuestros labios tu Palabra.

Enciende tu luz en nuestras mentes,
infunde tu amor en nuestros corazones,
y, a la debilidad de nuestra carne,
vigorízala con redoblada fuerza.

Al enemigo ahuyéntalo lejos,
danos la paz cuanto antes;
yendo tú delante como guía,
sortearemos los peligros.

Que por ti conozcamos al Padre,
conozcamos igualmente al Hijo
y en ti, Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.

Amén

pastoral

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