4 abr

Reflexión martes 4 de abril MARTES SANTO

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
– «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
– «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
– «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
– «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me busca¬réis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
«Donde yo voy, vosotros no podéis ir»»
Simón Pedro le dijo:
– «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
– «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
– «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
– «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor

Reflexión

Hoy la liturgia de la Palabra nos ubica en la mesa de la última cena. Mientras comen y celebran la Pascua judía, Jesús, estremecido en lo más profundo, declara ante sus discípulos que uno de ellos lo entregará. El drama de la pasión sobreviene con fuerza en la vida del Maestro. Aquella comunidad de amigos, llamada por Él a ser la nueva familia de los hijos de Dios, padece amargamente la traición de parte de Judas.

En Jesús se cumplen trágicamente las palabras del Eclesiástico: “Hay amigo que se vuelve enemigo, y descubrirá la disputa que te ocasiona oprobio. Hay amigo que comparte tu mesa, y no persevera en el día de tu angustia. Cuando te vaya bien, será como otro tú, y con tus servidores hablará francamente; mas si estás humillado, estará contra ti, y huirá de tu presencia” (Eclo 6, 9-12). Las palabras y los signos de Jesús han provocado a las autoridades; su fuerza profética ante los poderes establecidos no ha pasado desapercibida, y el mal ha tocado a la puerta de sus mismos seguidores. Jesús no es inmune a esta realidad y lo afectará hasta llevarlo a la cruz.

En la mesa, que para los judíos es lugar donde se fortalecen las amistades y se hacen alianzas, se ha fraguado el futuro de Jesús. Pero a Él nadie le quita su vida, Él la entrega por amor a la humanidad. En la cruz brillará la luz del amor que supera todo egoísmo. Es en la cruz donde Jesús llevará a pleno cumplimiento la voluntad del Padre, revelando al mundo que es el amor el que salva y da vida plena.

En esta Semana Mayor somos invitados a dejarnos guiar, como Jesús, por el buen Espíritu. Se trata de conformar nuestra voluntad y nuestro propio yo al deseo de Dios, de romper con aquellos viejos esquemas de pecado que nos desgastan y abrirnos a la experiencia de la Pascua. Revisemos con sencillez y humildad nuestra conciencia en el desierto de la oración y pidamos perdón al Señor por nuestras traiciones. Este es el tiempo oportuno.

pastoral

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