Reflexión martes 7 de junio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Palabra del Señor
Reflexión
“Brille así vuestra luz ante los hombres”. El Señor Jesús nos anima a ser sal y luz en medio del mundo. Es una invitación a que vivamos nuestra condición cristiana en contacto con la realidad. Nuestro mundo nos invita a vivir la fe de manera privada, casi escondida. Por eso, el Señor nos recuerda el envío y la necesidad de que la fe se manifieste. Las dos imágenes que usa Jesús son claras. La sal es necesaria para sacar el mejor sabor a los alimentos, la luz es imprescindible para poder reconocer la forma y el color de la realidad. Sin sal y sin luz, la realidad es insípida y oscura. Nuestra presencia en el mundo debe ser discreta pero eficaz. La sal desaparece pero cumple su misión, la luz se refleja sobre los objetos. Que nuestra fe ayude a dar sabor y color a nuestro mundo.