Reflexión miércoles 17 de mayo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquellos días, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Escuchamos en la primera lectura el famoso discurso de san Pablo en el Areópago de Atenas, al que es llevado por algunos filósofos epicúreos y estoicos sorprendidos por su predicación.
San Pablo manifiesta su sorpresa por lo que ha contemplado por las calles de Atenas: la ciudad plagada de ídolos incapaces de salvar: paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: «Al Dios desconocido«.
En medio de los dioses muertos los hombres no encuentran la vida; pasan el tiempo buscando novedades que traten de llenar su vacío interior.
Dice el Papa Francisco que la idolatría es siempre politeísta, ir sin meta alguna de un señor a otro. La idolatría no presenta un camino, sino una multitud de senderos, que no llevan a ninguna parte, y forman más bien un laberinto. Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las voces de tantos ídolos que le gritan: «Fíate de mí».
La fe, en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal. Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia.
La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos (cf. Lumen Fidei 13).
¿A quién le estás pidiendo hoy la vida? ¿Dónde estás poniendo tu seguridad? ¿En el Señor o en los ídolos?
En este tiempo de gracia ¡invoca al Espíritu Santo!, el Espíritu de la verdad, que te guiará hasta la verdad plena…, que tomará de lo mío y os lo anunciará. Y también tú verás como el Señor acrece el vigor de su pueblo.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).
Acción Familiar
«Y cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará en todos los caminos de la verdad»
(Juan 16, 126).
Gesto
- Encendemos una vela o colocamos una estampita o foto de la Virgen delante.
- Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
- Pedimos la intercesión de la Virgen por ser mayo su mes: Virgen purísima después del parto. – Purifica nuestras obras y deseos: Avemaría.
- Gesto en Familia:
- La pureza de corazón se refleja en nuestras acciones. ¿Si Dios estuviera tratando de decirme algo, lo notaría? ¿Si Dios me aconsejara o me desafiara, me daría cuenta? ¿Le haría caso? … – Comparto estos sentimientos con mi familia.
- Oración final:
En este momento, Señor,
vuelvo mis pensamientos hacia Tí.
Dejaré de lado mis labores y preocupaciones.
Descansaré y refrescaré mi corazón en tu Presencia, Señor.
Quiero entregarme a una vida y a un amor más pleno.
Señor, te ruego que me ayudes a orquestar mis deseos
en una melodía vibrante, rica en armonía,
y llena de amor para hace tu voluntad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.