22 oct

Reflexión sábado 22 de octubre. San Juan Pablo II

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?» Pero el viñador contestó: «Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.»»

Palabra del Señor

Reflexión
Jesús advierte a sus oyentes sobre el peligro de dividir a las personas en categorías mutuamente excluyentes de buenos y malos. Ni los galileos asesinados por Pilato ni los dieciocho aplastados bajo la torre de Siloé eran peores o más pecadores que nadie. Ninguno de nosotros es totalmente malo o totalmente bueno; todos somos matices de gris, con diversos grados de bondad y maldad en nosotros. Por desgracia, todavía practicamos esta división primitiva en nuestras interacciones con la gente. Es más fácil navegar por un mundo en el que podemos etiquetar claramente a las personas, ya sean nuestros vecinos o los líderes políticos. Sin embargo, Jesús nos invita a ponernos las gafas del Evangelio y a mirar el potencial positivo de las personas que actualmente pueden ser improductivas o contraproducentes, como el jardinero de la parábola, que ve positivamente el potencial de la higuera actualmente improductiva y está dispuesto a arriesgarse a darle otra oportunidad y a trabajar para ayudar al árbol a realizar su potencial.

El 22 de octubre la Iglesia recuerda a san Juan Pablo II, conmemorando el inicio de su pontificado, que tuvo lugar el 22 de octubre de 1978.

El papa Karol Wojtyla encarnó el espíritu del Concilio Vaticano II. “¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos. ¡No tengáis miedo!», dijo durante la misa de inicio de su pontificado el 22 de octubre de 1978.

Comunicador del Evangelio, dio un impulso nuevo al diálogo interreligioso: fue su intuición profética de la Jornada de oración por la paz de Asís de 1986 junto a los representantes de las religiones mundiales.

El Papa San Juan Pablo II fue el primer Pontífice no italiano desde Adriano VI (1522-1523).

Fue el que más viajes hizo, sumando 129 países; y a quien más beatos y santos canonizó –1.340 y 483 respectivamente–. También fue el primero en visitar una sinagoga, la Casa Blanca (Estados Unidos) y Cuba.

Durante su pontificado, San Juan Pablo II aumentó el número de naciones que cuentan con relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Se pasó de 85 países en 1978 a 174 para el 2003.

Esto incluyó a Estados Unidos (que previamente solo tenía status de delegación), la Unión Europea, la Orden Militar Soberana de Malta, y la mayoría de las naciones del antiguo bloque comunista.

Además, estableció «relaciones de especial naturaleza» con la Federación Rusa y la Organización de Liberación Palestina.

Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo.

Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.

Promulgó el Catecismo Universal de la Iglesia Católica, fruto del sínodo especial de obispos de 1985 dedicado al Concilio Vaticano II.

También reformó el Código de Derecho Canónico, el Código de Cánones de las Iglesias Orientales, y reorganizó la Curia Romana.

Entre sus documentos magisteriales se incluyen, además, 14 encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas y 45 cartas apostólicas.

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