Reflexión miércoles 25 de mayo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquellos días, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Escuchamos en la primera lectura el famoso discurso de san Pablo en el Areópago de Atenas, al que es llevado por algunos filósofos epicúreos y estoicos sorprendidos por su predicación.
San Pablo manifiesta su sorpresa por lo que ha contemplado por las calles de Atenas: la ciudad plagada de ídolos incapaces de salvar: paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: «Al Dios desconocido«.
En medio de los dioses muertos los hombres no encuentran la vida; pasan el tiempo buscando novedades que traten de llenar su vacío interior.
Dice el Papa Francisco que la idolatría es siempre politeísta, ir sin meta alguna de un señor a otro. La idolatría no presenta un camino, sino una multitud de senderos, que no llevan a ninguna parte, y forman más bien un laberinto. Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las voces de tantos ídolos que le gritan: «Fíate de mí».
La fe, en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal. Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia.
La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos (cf. Lumen Fidei 13).
¿A quién le estás pidiendo hoy la vida? ¿Dónde estás poniendo tu seguridad? ¿En el Señor o en los ídolos?
En este tiempo de gracia ¡invoca al Espíritu Santo!, el Espíritu de la verdad, que te guiará hasta la verdad plena…, que tomará de lo mío y os lo anunciará. Y también tú verás como el Señor acrece el vigor de su pueblo.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).
Acción Familiar
“Y cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. Él no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. Él tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por Él.” (San Juan, 16; 13-14).
Gesto
- Encendemos una vela.
- Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
- Gesto en Familia
Me pregunto: «¿cómo está mi ser interior hoy día?
¿Está cansado, estresado, fuera de forma?»
Si cualquiera de estos casos sucede, «¿cómo librarme de estas preocupaciones que me perturban?». … Lo comparto con los demás miembros de mi familia.
- Oración final:
Dios, estás conmigo … pero, es más:
estás dentro de mí, regalándome mi existencia.
Deseo quedarme unos momentos
en tu Presencia, que me da la Vida,
en mi cuerpo, en mi mente,
en mi corazón, y en la totalidad de mi ser.
Te pido ayuda para librarme de mis preocupaciones,
y estar atenta/o a Ti en este tiempo de oración,
para llegar a amarte y servirte cada vez más.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.