29 mar

Reflexión miércoles 29 de marzo

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:

«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

Le replicaron:

«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: «Seréis libres»?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:

«Nuestro padre es Abrahán».

Jesús les dijo:

«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».

Le replicaron:

«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».

Jesús les contestó:

«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra del Señor.

Reflexión

En el Evangelio nos dice Jesús que Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres, mientras que quien comete pecado es esclavo.

Dice Benedicto XVI que Jesucristo es la Verdad hecha Persona, que atrae hacia sí al mundo. Él es el camino, la verdad y la vida.

Jesús es la “estrella polar” de la libertad humana: nos hace libres y dirige nuestra libertad hacia el bien, liberándola de la ceguera de nuestro corazón herido por el pecado original.

Pero para ello, nos hemos de mantener en la Palabra y dejar que el Espíritu Santo sea nuestro maestro.

Entonces contemplarás tu vida con los ojos de Dios y podrás vivir en la bendición y en la alabanza, porque el Espíritu sellará en tu corazón que no hay nada ni nadie que pueda separarte del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús (cf. Rom 8).

Este es el impresionante testimonio que hemos contemplado en la primera lectura: Sidrac, Misac y Abdénago han encontrado la Verdad, han encontrado a Dios o, mejor, han sido tocados por el amor de Dios, lo que les llena de confianza y de alegría y, por eso, pueden adorar en espíritu y en verdad al único Dios, y negarse a un postrarse servil ante la estatua que erigido Nabucodonosor, símbolo de la idolatría de todos los tiempos, representadas tantas veces en ideologías y en poderes mundanos que pretenden exigirlo todo del hombre.

Y ante ello, como los jóvenes, cantamos: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres…, A ti gloria y alabanza por los siglos. No adoréis a nadie más que a Él, Porque sólo Él, nos puede sostener. A Él la gloria por siempre.

Esta es la elección de cada día: ¿a quién quieres servir? ¿Al Señor o a los ídolos? (Cf. Jos 24).

¡Ven Espíritu Santo!

Acción Familiar

“Hay muy pocas personas que se dan cuenta lo que Dios haría en ellas si se abandonaran totalmente en sus manos, y se dejaran formar por su Gracia” (San Ignacio).

Gesto

  1. Encendemos una vela
  2. Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

En la Presencia de Dios recuerdo honestamente mis sentimientos del día anterior, mis alegrías, mis penas y mis esperas… ¿Puedo ver en cuáles estaba presente Dios?

Comparto estos sentimientos con mi familia.

  1. Oración final:

Señor, ayúdame a estar totalmente viva/o

En Tu Santa Presencia

Envuélveme en tu Amor

Que mi corazón sea uno con el tuyo.

 

Jesús, siempre acogiste a los pequeños niños en tu camino por el mundo.

Enséñame a tener la confianza de un niño en Tí,

y vivir en la seguridad de que nunca me abandonarás.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

 

Amén.

pastoral

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