11 jun

Reflexión sábado 11 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,7-13)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «ld y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»

Palabra del Señor

Reflexión
 Lo primero que debemos proclamar, según Jesús, es que Dios está cerca, que el amor del Padre se ha desbordado y quiere darse a conocer; que se acabó ya para siempre la religión de la distancia, de la lejanía, del miedo a Dios. Que Dios prefiere hijos que le amen, antes que siervos que le sirvan y le teman. Todos los cristianos debemos hacer un esfuerzo por meternos cada día en esa esfera de intimidad que se metía Jesús cuando “de madrugada, cuando godavía no había salido el sol, se marchó a un lugar solitario y se puso a orar” (Mc. 1,15). La oración en Jesús no es fruto de una obligación, de una exigencia ascética, sino de una gozosa necesidad de estar con el Padre y recibir con los primeros rayos del sol mañanero, su primer beso. El trabajo del día con su esfuerzo y su fatiga, queda suavizado y gratificado con el recuerdo de esa primera y refrescante caricia del Padre al estrenar un nuevo día. Por otra parte, el trabajo es excelente: quitar sufrimiento a la gente, aliviar sus penas, hacer a cada uno la vida un poco más agradable. Y todo para decirnos que “el reino ya ha llegado” y que Dios está empeñado en que seamos felices.

Señor, qué maravilloso eres, qué bueno, qué grande, qué cercano, qué condescendiente. Con un Dios así da gusto trabajar. Por eso te pido que cada día me empapes del rocío mañanero, que disfrute contigo en la oración, que saque fuerzas para no cansarme nunca de hacer el bien a mis hermanos y quitar de ellos todo lo que les haga sufrir. Que estando a mi lado, la vida se les haga un poco más fácil y placentera.

Ayúdame Señor, a que a lo largo de este día busque hacer un poco más feliz a las personas con quienes me voy a encontrar

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