Reflexión sábado 19 de febrero
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-13):
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Les contestó él: «Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy habla de la Transfiguración del Señor: Jesús es el Hijo amado de Dios. Aquí Jesús se revela a tres de sus discípulos en su dimensión divina. Entre otras cosas vale la pena poner atención a algunos elementos. Muchas de las manifestaciones de Dios –teofanías– tienen lugar en un monte. Jesús también elige un monte alto para esta teofanía, probablemente el Tabor ya que es el monte más alto de la Galilea. La montaña alta evoca el Monte Sinaí, donde, en el pasado, Dios había manifestado su voluntad a la gente, entregando la Ley. Los vestidos blancos recuerdan a Moisés resplandeciente cuando conversaba con Dios en la montaña. Elías y Moisés, las dos mayores autoridades del Antiguo Testamento, en la escena conversan con Jesús. Moisés representa la Ley, Elías la profecía. Hoy no queremos recibir el evangelio haciendo memoria de lo que pasó, especialmente porque en ocasiones nosotros también caemos en la reacción de los discípulos. A veces, nos gustaría quedarnos ahí, haciendo tres tiendas… Aunque, como a Pedro, también a nosotros El Señor nos invita a bajar de la montaña, al valle donde está la vida de cada día, para vivir desde esa luz y con ese horizonte que hemos recibido de su Persona.
La transfiguración es un ejemplo de la paz y la alegría que experimentamos cuando vivimos de cara a la verdad en nuestra vida. Jesús, después orar, habla a los apóstoles sobre la cruz sin angustias y con tranquilidad. También nosotros estamos llamados a transmitir con serenidad del alma toda la verdad sobre nuestras vidas, sin temores ni angustias, sino sólo la confianza en Dios nuestro Padre, sabiendo que siempre estará dispuesto a guiarnos y confortarnos en nuestras luchas diarias.
Diálogo con Cristo
Jesús, me alegra tanto saber que siempre estás dispuesto a cumplir la voluntad de tu Padre. Te pido la fuerza necesaria para mantenerme fiel al plan de tu Padre en los momentos de mayor dificultad, en especial cuando tengo que testimoniar la verdad ante los demás, al igual que tú no tuviste miedo de hablar con la verdad a tus íntimos.
«Pidamos a Dios, por intercesión de María, Maestra de fe y de contemplación, la gracia de acoger en nosotros la luz que resplandece en el rostro de Cristo, de modo que reflejemos su imagen sobre cuantos se acerquen a nosotros.» (Juan Pablo II, Alocución en la fiesta de la Transfiguración, 6 de agosto de 2000)