13 jun

Reflexión viernes 13 de junio

Del Evangelio según san Mateo 5, 27-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, por que más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”. Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer –no hablo de unión ilegítima– la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».

Palabra del Señor

Reflexión

En su predicación, Jesús, nuestro Señor, enseñó sin ambigüedad el sentido original de la sexualidad y de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció: «lo que Dios unió, que no lo separe el hombre» (Mt 19,6), y sólo en el seno del matrimonio está permitido el acto conyugal.

Fuera de esa unión indisoluble, exclusiva y fecunda, por tanto, no cabe hacer uso de la sexualidad. Por eso nuestro Señor también prohíbe toda forma de adulterio y fornicación, expresando con toda firmeza las renuncias que debemos estar dispuestos a arrostrar por no pecar en este terreno: «Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, por que más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”».

Esta insistencia, inequívoca, en la indisolubilidad del vínculo matrimonial y en la virtud de la pureza puede causar perplejidad y aparecer como una exigencia irrealizable. Pero Jesucristo es nuestro Dios y sabe lo que dice, y nos da la gracia para vivir lo que nos manda. Él da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en toda su verdad, así como para vivir la pureza y la castidad en cualquier estado de vida.

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