Reflexión viernes 27 de junio.- Sagrado Corazón de Jesús
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola:
—«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido».
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy celebramos con gozo, agradecimiento y devoción la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesucristo.
Esta Devoción al Corazón de Jesús significa dar a Cristo el puesto que le corresponde en el mundo y en nuestra vida. Y ese lugar es el centro. Y que Cristo sea el centro se traduce en vivir en un diálogo continuo con Él, que vive para siempre, que está muy cerca de nosotros, más cerca de lo que podamos imaginar. Que nuestra vida y acciones partan de Él y vuelvan a Él.
La Devoción al Corazón de Jesús, nos muestra además que todo proviene de Jesús que nos ama, en el momento presente. No nos amó solamente en su vida mortal hasta derramar su sangre por nosotros; hoy y ahora piensa continuamente en nosotros, en ti. La realidad de la gracia es una realidad de hoy y es Jesucristo quien, en cada momento, escoge y envía las gracias que cada uno de nosotros recibe.
La Devoción al Corazón de Jesús abre ante nosotros otra perspectiva que redimensiona toda nuestra vida. Nuestras acciones son o un gozo o una verdadera herida para el Corazón de Cristo. No sólo porque en su vida mortal Él las vio todas y fueron para Él causa de alegría o dolor, sino porque también actualmente Jesucristo las siente. Toda buena acción le proporciona un placer. Por el contrario, nuestros pecados, aunque no pueden causar en El dolor físico, dado que por su glorificación es impasible, son, con todo, objeto de su íntima compasión; es una verdadera herida y, por eso, causa de sufrimiento para su Cuerpo Místico. Esta verdad, da sentido también a la respuesta humana vinculada a esta bendita devoción: la reparación, la satisfacción y la consagración.





