Reflexión viernes 30 de mayo
Del Evangelio según san Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada»
Palabra del Señor
Reflexión
Nuestro Señor nos habla de la especial alegría y la especial tristeza que vive en cristiano mientras peregrina por este mundo, hasta que Cristo vuelva en la Parusía, en la Segunda Venida. Nuestra alegría y nuestra tristeza son reales y especiales, porque las provocan cosas diferentes a lo que alegra y entristece en este mundo. Por eso hay siempre un contraste o una paradoja entre la alegría y la tristeza del cristiano y la alegría y la tristeza de este mundo.
De algún modo, el cristiano siempre está triste, porque estamos en el tiempo de la espera, del embarazo, de la promesa. Estamos en el tiempo que falta hasta que Cristo vuelva, y todo pecado y toda muerte y toda lágrima sean vencidos. Sería vano e irresponsable decir que todo eso no existe o que da igual. El mal, que todavía opera, nos debe entristecer; la no plena posesión de Cristo, el que todavía no podamos verlo y unirnos a Él, nos debe entristecer.
Pero también hay una alegría, que no es incompatible con lo recién dicho, sino que va de la mano de la tristeza. La alegría de que Cristo ya está con nosotros, aunque sólo lo veamos por la fe; la alegría de que ha empezado su victoria y la llevará a cabo; la alegría de que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esta alegría, todavía imperfecta, será plena cuando Él vuelva y culmine la historia. Y entonces ya no habrá ningún tipo de tristeza, sólo habrá alegría.





