Reflexión viernes 6 de noviembre
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: «¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.» El administrador se puso a echar sus cálculos: «¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.» Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi amo?» Éste respondió: «Cien barriles de aceite.» Él le dijo: «Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.» Luego dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?» Él contestó: «Cien fanegas de trigo.» Le dijo: «Aquí está tu recibo, escribe ochenta.» Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.»
Palabra del Señor
Reflexión
En la comedia de Gogol, titulada El Recaudador, en una ciudad de provincia se espera a un funcionario del estado, precisamente, al recaudador de impuestos. A su llegada, todos intentan corromperlo con dones y regalos para tenerlo de su parte. En realidad, el hombre no es el recaudador, pero el error se descubre sólo cuando ya se ha ido. Es un drama con muchas situaciones cómicas.
Cuando se puso es escena por primera vez, el público fue entusiasta de esta comedia. Gogol se conmovió hasta las lágrimas por esta reacción del público: los espectadores no habían entendido, que en realidad se trataba de una tragedia. El falso recaudador es símbolo del mal que se apropia del mundo por un breve período de tiempo. Los hombres caen en el engaño para escapar del encuentro con el verdadero Recaudador, Dios, que llegará a controlar las cuentas de nuestra vida cuando menos nos lo esperemos.
En la Tragedia se describe bien el modo en que todos intentamos corromper con el dinero al falso recaudador. Han intuido que es como ellos, un cínico que intenta sacar el mayor provecho posible de su cargo.
Visto a distancia, este modo de actuar nos parece estúpido y, sin embargo, ocurre en nosotros con mucha más frecuencia de que pensamos. Muchas veces nos preocupamos sólo del beneficio inmediato, o bien pensamos en el futuro, pero sólo en términos de seguridad material. El único mañana que nos puede interesar de verdad es el mañana de la eternidad. En esa eternidad debemos rendir cuentas al Recaudador de todo lo que nos ha dado para administrar.
La conclusión de la parábola es sorprendente. Es una metáfora que, en filosofía, se llama argumento a fortiori, es el tipo de razonamiento que en el lenguaje corriente va precedido por: si… mucho más… Si somos muy previsores para el futuro inmediato, mucho más debemos serlo para la vida eterna.
Los peores estudiantes son los que aprenden las cosas de memoria sin captar el concepto central e importarte. No nos comportemos así en la vida: miremos lo que es más importante, no en lo inmediato, sino en el futuro eterno.