Nos cuenta su experiencia Mar Vallet, que fue a hacer un programa de movilidad corta a Gubbio, Italia, un pueblito medieval encantador:

“En mi opinión el viaje fue genial, lo disfruté un montón y me sirvió para conocer a mucha gente y hacer nuevos amigos. Al principio, no voy a mentir, tenía mis dudas sobre que me iba a encontrar en Gubbio, el pueblo medieval en el que nos quedamos, pero una vez allí me di cuenta de que la gente era súper amigable y que enseguida se interesaban en conocerte e integrarte en el grupo. Las “clases” /ponencias fueron muy interesantes y nos ayudaban a comprender los puntos de vista que tenía la gente sobre un mismo tema, pero desde la perspectiva de 17 nacionalidades de todo el mundo y por tanto acababas replanteándote cosas que de no haber ido probablemente no hubieras ni pensado.  Era guay porque todos hablábamos libres de tabúes de temas candentes como la guerra que se vive en Ucrania o la percepción europea de la migración y la relación que se tiene respecto a otras creencias como el islam.

Además, pudimos visitar ciudades como Asís y bastantes monumentos y lugares culturales. El único defecto que encontramos prácticamente todos es que era una experiencia muy corta y si querías hacer tantas cosas a veces no tenías casi tiempo libre, por lo menos, los profesores eran muy comprensivos y nos ampliaron los tiempos de entrega para los trabajos que hicimos. Así que si aprovechabas la experiencia y te relacionabas con la gente podías ganar no solo una conciencia mucho mayor de lo que pasa a tu alrededor o mejorar tus habilidades lingüísticas sino también un nuevo grupo de amigos y quizás, en casos como el mío, podéis incluso planear otro viaje para reencontraros y no perder el contacto.”