26 feb

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,36-38).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

Queridos amigos y amigas:

La cuaresma es tiempo de conversión, una gracia que tenemos que pedir al Señor para que nos ayude a convertirnos a Él.

El profeta Daniel nos muestra el camino de la conversión “Señor Dios…nos hemos apartado de tus mandatos y preceptos. No hemos hecho caso a tus siervos los profetas…Tú Señor eres justo…nos sentimos Señor avergonzados…Pero el Señor, nuestro Dios, es misericordioso y clemente…

Reconocer las faltas delante del Señor y confiar en su misericordia. La salvación no es obra del hombre sino de Dios, que busca el corazón de la persona, sinceridad, autenticidad, para otorgarle el perdón, la salvación. Esta salvación no puede conseguirla el hombre individualmente, tampoco la puede conseguir por medio de un sistema político, solo Dios puede concederle la salvación definitiva, Él es clemente y misericordioso.

La oración del profeta Daniel, una súplica penitencial, es asumida por Jesús en el evangelio. El estado de paz, perdón, misericordia y generosidad que nos propone es resultado de la praxis evangélica, Jesús nos invita al perdón y la misericordia con los demás teniendo como modelo lo que hace el Señor con cada uno de nosotros.

El perdón, la misericordia, el compartir los bienes y la salvación exige nuestra colaboración para ir construyendo el Reino de Dios aquí en la tierra. Esta práctica hace presente entre nosotros los bienes futuros, la esperanza cristiana es una realidad ya entre nosotros cuando las buenas obras las acompañamos de la escucha de la Palabra, la oración y la práctica sacramental, de un modo especial la Eucaristía y el perdón.

Practiquemos estas dos virtudes que nos propone Jesús en nuestra vida: la misericordia y la benevolencia. Propongámonos que en ninguna de nuestras conversaciones, charlas o discusiones se mezcle jamás la más mínima crítica hacia ninguno de nuestros hermanos, que son todos los hombres.

Hoy hagamos un ejercicio muy necesario en esta Cuaresma: “ayuno de palabras y juicios temerarios que juzgan y condenan a nuestros prójimos”, y que tal vez nos cuesta más practicar.

¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.

pastoral

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