7 junio

Reflexión lunes 7 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor

 

REFLEXION

Las bienaventuranzas son un programa que se identifica con la persona de Jesús, que las vivió, encarnó en su persona.

Sería muy fácil contraponer la lista de los valores que son contrarios al espíritu de las Bienaventuranzas, algo que el propio Jesús conocía perfectamente, por tanto no es un programa que ignore la realidad humana, la conoce tan bien que le ofrece el camino para resolver las contradicciones internas que experimentan todas las personas. Todos deseamos la paz, la felicidad y el bienestar pero el método para alcanzar estos valores ni se venden ni se compran, que es decir que materialmente hay cosas imprescindibles para una vida digna pero por si mismas no conducen a la felicidad y a la paz, entonces ¿Cuál es el camino? Solo hay un camino, una verdad y una vida Jesucristo, que poseyéndolo todo no reparó en renunciar a todo para dar testimonio de la verdad plena, el amor incondicional de Dios a todos nosotros.

La pandemia, como toda enfermedad, nos sitúa en nuestra condición de criaturas frágiles, como dice Pablo de barro, sin embargo no desaparece el deseo de felicidad, la razón es que en nuestro ser hay algo más que valores materiales que se alimentan de la oración, el sacrificio y la renuncia consciente y no por el gusto de martirizarse, sino porque nuestro espíritu exige ese alimento para poder tener una vida digna como personas  que puedan contribuir al bien común. Pero la fe es un don que hay que pedir al Señor y en la Iglesia debemos contribuir con el ejemplo para que se conozcan los beneficios de la fe den Dios.

-Pedimos por la paz en el mundo, que se acaben las guerras

-Pedimos por una distribución justa de la riqueza

-Pedimos para que en nuestra sociedad se reconozcan los derechos de todas las personas

-pedimos por el aumento de vocaciones al sacerdocio.

pastoral

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