Reflexión martes 11 de enero
Del evangelio según san Marcos 1,21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
— «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
— «Cállate y sal de él».
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
— «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen».
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor
Reflexión
De las cosa más significativas que aparecen en este evangelio es sin duda alguna que el hombre poseído de un espíritu inmundo estaba rezando en la misma sinagoga en la que entra Jesús a enseñar. En efecto, la gran tentación es pensar que los que somos religiosos estamos puros. Sin embargo, la Iglesia nos enseña que somos nosotros los que necesitamos de una continua purificación (Sacramento de la confesión, oración, etc.), algo que se hace patente cuando nos contrastamos con la Palabra de Jesús.
Oración
Señor,
escucha nuestras súplicas matinales y,
con la luz de tu misericordia,
alumbra la oscuridad de nuestro corazón:
que los que hemos sido iluminados por tu Palabra
no andemos nunca tras las obras de las tinieblas.
Amén.