Reflexión lunes 6 de febrero
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El relato del Génesis sobre la creación es como una sinfonía maravillosa, espectacular, hoy comenzamos su lectura. Si nos dejamos llevar por el ritmo del relato reconocemos un orden digno de admiración y que nos remite a su Creador. Todo en función de la obra más grande de la creación: el ser humano. No hay que perderse en discusiones académicas, sean de historia o de ciencia, el relato del Génesis sigue otro curso, busca dar sentido a todo lo que vemos y por supuesto a la vida humana. Todo para que el hombre y la mujer sean felices, para lo cual hay que cuidar de la creación sin perder de vista la mano creadora de Dios. Si admiramos lo que vemos y contemplamos nos damos cuenta de lo pequeños que somos, si nos sumergimos en el misterio y lo adoramos reconoceremos a su Hacedor, Creador y Salvador.
El evangelio de Marcos completa el Génesis en la parte más delicada y frágil. La desobediencia a Dios genera un desequilibrio que solo Jesús puede remediar, aliviar y curar. La multitud acude al Señor para que les sane, el amor de Jesús es tan grande que permite que con solo tocarle el manto la persona queda curada. No es magia, es la repuesta generosa, firme y decidida para recomponer lo que estaba roto, para curar las heridas. Entrar en esta relación con el Señor nos pide un cambio basado en la confianza. Sentimos el amor a las cosas y a las personas pero al mismo tiempo experimentamos la fragilidad de las relaciones humanas y de las cosa. Las personas podemos fallar, las relaciones se pueden quebrar e incluso cambiar de rumbo y con estas condiciones, conscientes de ellas tenemos que trabajar. La conversión es un trabajo constante, una formación permanente que no debemos abandonar. El final del evangelio nos lo pone fácil, pues le pedían a Jesús que les permitiese al menos tocarle la orla de su manto y los que lo hacían se curaban. No es difícil acariciar a una persona, mostrarle respeto y afecto. La fe nos invita a tener una relación de amistad con el Señor, con la convicción de que no nos defraudará. Tocarle al menos la orla de su manto es un gesto de amor, respeto, confianza y esperanza.
-Pedimos por la paz en el mundo entero
-Para que seamos cuidemos de la naturaleza que se nos ha regalado.
-Le damos gracias al Señor por la obra de la Creación.
-Por la salud de todos los enfermos.