Reflexión

La fe no es una evidencia, si lo fuera dejaríamos de creer ya que se nos impondría. La fe es un don de Dios y una adhesión libre a la persona de Nuestro Señor, así lo ha querido Dios desde el principio y así lo ha confirmado su Hijo.

En el evangelio de hoy, afirma Jesús que a esta generación no se dará otro signo sino el de Jonás, que predicó en nombre de Dios a los ninivitas y se convirtieron al escuchar su palabra, este es el gran signo al que apela Jesús. Como dice San Jerónimo la palabra del evangelio es el mismo Jesús, su propia persona encarna la palabra de Dios y con Él ha llegado el Reino de Dios. Toda la revelación tiene como eje fundamental la Palabra que nos revela la voluntad de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo.

Hoy, leer la Sagrada Escritura está al alcance de todos, en la eucaristía de cada día y en la liturgia del domingo de forma solemne. Además lo fácil que resulta adquirir una Biblia y el evangelio de cada día. Deberíamos acudir a esta fuente de forma gratuita, es decir, fuera de los momentos oficiales como una lectura personal y con el deseo de escrutar lo que el Señor nos dice en cada una de sus páginas, nos sorprenderíamos si hiciéramos esta experiencia de la lectio divina como algo personal entre el Señor y cada uno de nosotros.

El mismo evangelio que hoy leemos, San Mateo pone el acento en la Resurrección del Señor, así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el seno del pez, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra. Jesús es la misma palabra de Dios, signo real de su presencia entre nosotros, alimento y fundamento de nuestra fe  esperanza en la resurrección futura, la palabra de Jesús nos salva y es totalmente fiable.

-Pedimos al Señor por la paz en el mundo.

-Pedimos por la salud de todos los enfermos

-Pedimos por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

-Por nuestro universidad que sea un testimonio de los valores cristianos.