
Reflexión viernes 7 de marzo
Del Evangelio según san Mateo 9,14-15
Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Palabra del Señor
Reflexión
Jesucristo nos instruye hoy sobre el ayuno, es decir, la privación de comida. Nos instruye no para decirnos que no ayunemos, como podría parecer en una primera lectura, sino para decirnos cuándo sí y cuándo no ayunar. Porque hay momentos en que no hay que hacerlo y momento en que sí.
No es el único lugar del Evangelio donde el Divino Maestro nos instruye sobre el ayuno, pues también nos recuerda en otro lugar que ayunemos, no para que nos vean los hombres, sino nuestro Padre que ve en lo escondido (cf. Mt 6, 16-18). El Evangelio también nos pone ante el ejemplo de San Juan Bautista y de la profetisa Ana, hija de Fanuel, de los cuales nos dice, como algo loable, que ayunaban. Y sobre todas estas palabras, está su mismo ejemplo, pues Él ayunó con rigor en su retiro en el desierto durante cuarenta días (cf. Mt 4, 2). Son también muchos los pasajes del Antiguo Testamento sobre el ayuno, así como el ejemplo de los santos a lo largo de la historia. Así que ayunar es precepto evangélico. La cuestión, además del cómo, es el cuándo.
«Entonces ayunarán»… ¿Cuándo es ese “entonces”? Cuando «arrebaten al Esposo». ¿Eso qué significa? Habla de ahora, de nuestro tiempo presente. Ahora es ese “entonces” en que anhelamos acercarnos al Esposo arrebatado al Cielo. Ahora es el tiempo en que necesitamos ayunar para acercarnos al Esposo, para vivir la esponsalidad con Él. Por eso, en la gran tradición de la Iglesia se ha recomendado ayunar por tres grandes razones:
- para reprimir la concupiscencia de la carne (es decir, la inclinación al pecado que tiene nuestra carne)
- para que la mente se eleve con más facilidad a las cosas del cielo
- en pena y satisfacción por nuestros pecados
Son todo razones y situaciones de anhelo hacia el Esposo, de recortar la distancia entre el lugar donde ha sido arrebatado (al Cielo) y nuestra condición herida y pecadora. Y en estas cosas ayuda de verdad ayunar, “poner un límite” a nuestro cuerpo, tan ligado a nuestra alma.
Estas razones, encuentran una ocasión eclesial en tres escenarios: el ayuno eucarístico, la abstinencia de los viernes durante el año, y los ayunos y abstinencias de Cuaresma. Personalmente, uno siempre puede ayunar en más ocasiones, con discreción, aunque no lo prescriba la ley de la Iglesia.