Reflexión

La misericordia, el perdón, la generosidad y el no discriminar a las personas son valores evangélicos anunciados por Jesús. Nosotros debemos prácticarlos. Son acciones a realizar, no alguna vez, sino de forma permanente. Si en algún momento pensamos que hemos alcanzado ese valor y que ya no lo vamos a dejar, nos habremos equivocado. Los cristianos tenemos que mirar, ver, contemplar pero hemos de ser militantes, hemos de estar activos, porque esos valores se viven si los practicamos y nuestra sociedad requiere como nunca de personas ejemplares, bondadosas, misericordiosas como nos dice el Señor. Lo que está sucediendo en algunas de nuestras ciudades es una práctica violenta, insultante nada ejemplar, que lejos de construir una convivencia pacífica entre todos los ciudadanos fomenta la desconfianza.

También el momento actual, la epidemia, nos debería hacer ver lo importante que es la vida de las personas, especialmente de las que sufren la enfermedad y sus familiares. Es admirable todo el esfuerzo de las personas sanitarias atendiendo a los enfermos. Sin embargo hay grupos que se olvidan por completo de la realidad de los que sufren y se dedican a tramitar leyes que para nada solucionan los graves problemas de la salud, el trabajo, la economía…su preocupación es imponer su ideología e instrumentalizar a las personas. Contrasta el esfuerzo de unos por remediar los problemas de  las personas y la preocupación de otros por aumentar, con el paso del tiempo, los problemas de la misma sociedad.

La oración, siempre recomendada por la Iglesia, es la medicina del cristiano, poner la confianza en el Señor para que nos dé la gracia y la fuerza para ser buenos militantes de la misericordia y la bondad.

-Pidamos por todos los enfermos para que el Señor les conceda la salud.

-Pidamos por las personas que cuidan de los enfermos.

-Pidamos por las vocaciones al sacerdocio